Thursday, July 24, 2008

Las consecuecias de un Ford 1500 de 1940

Lo recuerdo como a un chavo listo, siempre luchando por subir un poco más. No se por qué, pero lo visualizo rondando el parque Isabel La Católica, por donde lo conocí. A pesar de sus pocos recursos le gustaban los carros clásicos, con el Pick Up Ford 1500 modelo 1940 como sueño húmedo. Aquí no habría de lograrlo, sino en Estados Unidos, en el East LA, para variar, a donde se fue mojarras con poca plata. Bueno, eran los años 80 y las condiciones para los inmigrantes no eran tan jodidas como ahora.

Estuvo allá varios años trabajando y ahorrando. Mandaba plata a unos tíos, no conoció a sus padres, para ayudar y pagar un terreno que compró y empezó a construir. Por fin un día volvió en su flamante Ford, restaurado poco a poco. A la vuelta de un par de semestres estaba nítido. No era un trabajo para coleccionista, ni tenía exactitud histórica. Más bien era para lucirlo, para echar chile y levantar chavas. Para esos fines era, obviamente, muy útil. Pero no para transportar mercadería, para lo que fuera diseñado.

Resulta que este cuate tenía familia en en el interior. Siempre habían sido unidos y cariñosos, todos con todos. Incluso él, cuando se dirigía a sus tíos lo hacía con deferencia y propiedad, como en tiempos pasados. Se veía anacrónico, pero inspiraba respeto. Los señores no entendieron nunca qué era eso de andar en un pick up sin sacarle plata, así que lo pidieron para llevar sacos de granos al mercado, para vender. Por supuesto mi cuate se los negó, aduciendo que se dañaría la pintura, que la suspensión no era la adecuada y que estaba enllantado para uso urbano.

La negativa trajo como consecuencia una enorme presión familiar. Llamadas de atención, lavados de cerebro, primos y primas le dejaron de hablar y, cuando llegaba de visita, surgieron largos silencios en las conversaciones. Hasta que los tíos, en un acto puritano, le confesaron que les daba pena verlo así, subutilizando un recurso capaz de dar riqueza, como si fuera imbécil. "Te compramos esa jarrilla y ya déjate de babosadas". "No lo vendo, pero les traigo uno más nuevo", les respondió. No aceptaron la oferta, simplemente se dieron por ofendidos y lo echaron de la casa. La cosa siguió de largo, otros parientes se dieron a la tarea de llevar y traer chismes, hasta se dijo que una mujer lo tenía enfrascado, que le habían dado agua de calzón, que en Estados Unidos sólo mañas había llegado a aprender y que despotricaba contra sus tíos por rudos campesinos. Que los había desconocido porque le daban vergüenza.

No tardó en largarse de vuelta al norte, no sin antes encargarse de hacerle saber a sus tíos que había vendido el pick up por una nada a un chavo de la Terminal, quien por supuesto lo usaría para echar chile y para trabajar. Nunca supe más de él, ni tampoco si las asperezas familiares se limaron. Sólo que, cuando falleció uno de los primos, él no acudió ni al velorio, ni al sepelio. La magia familiar se rompió, creo, para siempre.
Basado en un hecho real. Imagen: Pick Up Ford 1500 modelo 1940, en Border Industries.

5 comments:

Unknown said...

Que triste y bonita historia. Pobre pickup, explotado en la terminal.

klavaza said...

Ahí fue a parar, qué lástima, pero le perdí el rastro después. En algún momento pensé en comprarlo pero no, lo mío serían otros autos. Además, estaba salado, tema de otro post sobre 4 historias de carros, la cual se iba a publicar en MM, pero fue víctima de la censura (mucho sexo, tipo camionero).

La Chachi said...

Lindo pick up, es que entre la ignorancia y el hambre, la gente se pela.

Muy buena historia, me gusto mucho.

Anonymous said...

Pinches familiares, se cagaron en el sueño del chavo.

klavaza said...

Es cierto CHC, se combinaron ambas cosas, ignorancia y necesidad de plata, aunque los tíos tenían su pick-up, era la chuchería de tener el otro de gratis.

Luis, el chavo se decepcionó y por eso agarró pal norte otra vez.