Wednesday, July 23, 2014

Un superhéroe sin poderes: 75 años de Batman

Viñeta de Venom (Legends of The Dark Knight), de Denny O'Neil, reimpresión de 2012. DC Comics vía kotaku.com
A los ocho años de edad empecé una larga travesía que aún no termina: la lectura de chistes, entonces, historietas, después, y ahora cómics. Me decía en una ocasión un amigo: "¡Cómo se lo baboseaban a uno! ¡Me hacían creer que podían volar!". Yo nunca lo creí, siempre supe que Superman y la Wonder Woman, o el Green Lantern y Atom eran ficciones creadas por alguien más. Solo un personaje me hizo dudar: Batman: dotado únicamente por el poder más grande de todos: la inteligencia.

Una inteligencia que nutre a una lógica indefectible, basada en el conocimiento científico y en su más cara hija, la tecnología. Si bien es capaz de fabricar un instrumento tan sofisticado como el batimóvil, también usa un cinco o canica para distraer a sus enemigos, o a un simple bumerán como medio certero para ofender o defenderse. Y lo mejor de todo: tiene un lado oscuro, se trata de un hombre atormentado, casi misógino, hasta el grado de haber sido acusado de gay en la era McCarthy.

De Batman # 84, junio de 1954, Ten Nights of Fear!. Wikipedia.
Me refiero por supuesto al infame libro The Seduction of the Inocent, de 1954, del psiquiatra Fredric Wertham, quien afirmaba que "solo alguien que ignore lo más básico de la psiquiatría y de la psicopatolgía sexual no se daría cuenta de la sutil atmósfera homoerótica que permea las aventuras del maduro Batman y de su jóven amigo Robin". La obra surgió de las entrañas del llamado Temor Lavanda, en una era cuando la inteligencia estadounidense consideró a la homosexualidad como un riesgo contra la seguridad nacional y cuando se satanizó a los cómics en general como incitadores de rebelión. Batman, por ser un personaje con un sustento realista fue uno de los más atacados.

A lo largo de sus 75 años, celebrados hoy, Batman ha sido víctima, victimario, cauteloso amigo (en cierta fase oculta kriptonita como precaución, por si Superman de pronto eloqueciera, por ejemplo) y duro enemigo, es mejor no ponerse en su mira.

Han sido tan efectivos sus perfiles que le han merecido estudios de académicos calificados, como el psiquiatra español Jesús Ramos, quien le dedicó un libro a sus estados mentales y quien llega a concluir que "probablemente sufre lo que se ha llamado una adicción al trauma, algo que se ha estudiado en los veteranos de Vietnam. Son sujetos que se acostumbran a vivir al borde de situaciones muy angustiosas y buscan otras semejantes. Batman está permanentemente buscando situaciones límite que le procuren el chute de endorfinas".
Viñeta de Venom (Legends of The Dark Knight), de Denny O'Neil, reimpresión de 2012. DC Comics.
Obsesivo, benevolente, violento, lógico y maligno -mantiene una colección de villanos vivos en un psiquiátrico espantoso: Arkham- han sido pocos, cierto, los autores que han sabido tomar la verdadera tradición que dejara Bob Kane para irla redondeando hasta convertirla en una de las más efectivas de la mitología pop actual.

Creo que su ejemplo ha servido para que a lo largo de las décadas otros personajes de esos vastos universos mitológico-ficticios, creados por los escritores y dibujantes de cómics, se hayan ido atreviendo a expresar también sus lados oscuros; y para que ficción y realidad se unan en una zona intermedia como la que surge en una intersección de conjuntos. Y es esa zona intermedia la que funge como un espejo que refleja metáforas de la realidad cotidiana, representaciones exageradas, críticas desesperadas, fabulosas o brutalmente realistas de la ciencia, la política o de nuestras vanas o justificadas aspiraciones.

En mis primeros años de adolescencia Batman era tan cotidiano para mi como para ponerle apodos y así se llamó uno de mis gatos. No me hubiese extrañado encontrarlo a la vuelta de la esquina, o en uno de mis sueños -algo que nunca ha sucedido-, en cambio, lo encuentro a cada rato en los cómics, en producciones cinematográficas, en la Tv, en narrativas puras, en chistes de salón o callejeros y lo mejor, como muleta en conversaciones comunes.

Ahí está, como ejemplo del efecto que ha tenido el monomito de Joseph Campbell en la creación del héroe contemporáneo. Post hoc, ergo propter hoc: pero Kane no sabía nada de Campbell, así que llego a la conclusión de que se trata de un hecho auténtico, de un encuentro feliz del arte, la fantasía y la psicología con algunos aspectos de la atormentada conciencia de Occidente. Y por eso ha sido tan longevo. Y por eso me gusta.

Monday, July 07, 2014

Lenin Barrera: Artista de la Calle

Fotos: klavaza, 2014.
¿Desde cuándo empezaste a pintar?
Tomé los pinceles desde los nueve años y a dibujar desde los siete.

¿Estudiaste en alguna escuela formal?
No, solo puro empirismo, práctica...

¿Qué edad tenés?
22.

¿Por qué pintás motivos religiosos?
Me gusta el arte sacro. Siento que la pintura se presta para la Divinidad. Cuando uno pinta algo que no sea, por así decirlo, divino, resulta en una pintura algo aburrida. Una naturaleza muerta o un paisaje, no es lo mismo que una Madonna, por ejemplo, un San Juan o un San Jorge.

¿Sos católico?
Sí, soy católico.

¿Entonce por qué estás tatuado?
Yo interpreto de una manera un poco diferente la cuestión de los tatuajes. De hecho, en el catolicismo, se dice que si uno está tatuado se forma para la Batalla Final del Apocalipsis: La batalla de los ángeles contra los demonios, ya sea que uno se vaya a ir para arriba o para abajo, si uno está tatuado va a pelear en esa batalla.
 
¿De dónde sacaste eso vos?
Pues yo lo leí en una onda que se llama los Evangelios Apócrifos. Son unos evangelios que en el Concilio de Nicea el Emperador Constantino los sacó de la Biblia, porque no le parecerieron convenientes. La Biblia tuvo más libros de los que tiene actualmente.

¿Vendés tus pinturas?
Sí, están a la venta.
¿Cuánto cobrás por cada una?
Por una grande unos GTQ 1,600 a 1,800. Por esta (el conjunto en blanco y negro) unos GTQ 2,500 y por los chiquitos unos GTQ 150 y 250.

¿Y cómo te va con la venta?
Pues aquí en la Sexta casi no se vende, es más que todo para que la mara los mire.Más que todo le vendo a licenciados de la Usac o de la Landívar, a un par de doctores que yo conozco y a miembros de mi familia.
 
¿Has expuesto?
Cuatro veces: dos en los Café León, una en Mayatec, otra hace dos años y en varias colectivas, una en la Enap. Y en Correos, solamente.

Sunday, June 15, 2014

Hans Rudolph -Ruedi- Giger (1940 - 2014)

 
¿Cuándo supe de Giger? No sé. No a ciencia cierta. Pero sí que las páginas de una revista Omni me hicieron consciente de su arte singular, demasiado bien ejecutada, onírica hasta la pesadilla, metafórica, erótica y futurista, pero sobre todo, que tocaba una cuerda muy profunda en mi.
 
Ya la había visto en Alien, por supuesto, y después se habría de convertir en lugar común en mi vida. Luego pasó a formar parte de mi entorno, cuando una fotocopia a color de Li reproducida con una errónea paleta de verdes quedó colgada, y aún lo hace, en un muro de mi dormitorio.

Eran rudos tiempos, campeaba el snail mail y Giger vivía en Suiza. Lucía inalcanzable. Pero llegaron la Red y el correo electrónico y apareció su página web. Una noche, tras escuchar a Bach, decidí escribirle. Lo hice por medio de su Web Agent, entonces Thomas Riehn, con la excusa de solicitarle permiso para reproducir imágenes de su trabajo, porque estaba por publicar una nota sobre él en la Revista Crónica.

Un par de días después respondió el hombre. Que sí, que con todo gusto, siempre y cuando le enviara unos dos ejemplares si se publicaba la nota, y así lo hice. Según yo, ahi había quedado el asunto. Unos meses después, por snail mail precisamente, me llegó un sobre con una nota de Riehn, dando las gracias, acompañada con un hard attachment: una litografía firmada por Giger. Es uno de mis tesoros favoritos.

Omni caía en mis manos con regularidad. Su contenido de vocación New Age estaba infestado de futurología, ocultismo no tradicional, medicina alternativa, antipsiquiatría, enteogenia, ciencia ficción, en fin, era la vestimenta gráfica y textual para un mundo fantástico urgido por certificarse como real. No importaban sus criptoafirmaciones: mi entonces novia, LILITh y yo la devorábamos sin misericordia, incluso a las notas de Deepak Chopra, que ahora y después de conocerlo más de cerca me suenan tan falsarias como todo el New Age.

Cuando vi un retrato del hermano Perdurabo (Crowley) realizado por Giger, ambas propuestas convirgieron en mi cosmovisión. Más tarde, su Necronomicón y su Tarot permearon mi imaginario durante un buen tiempo.

En el arte de Giger convergían además otras de mis vocaciones, desde la irreverencia religiosa a la tecnología, desde los insectos a la completación de la evolución humana por medios artificiales. Sus advertencias contra la sobrepoblación, su descaro para relatar los horrores que le tocó vivir a causa de una máscara que tenía en su residencia, así como sus devaneos con el ocultismo me dejaron impresionado desde el principio. Amén de su gusto por trenes brujos y la cinematografía.

Desprecié su confesa violencia contra los animales, la cual no ilustraré poque es evidente en algunos de sus textos -pero se redime porque tenía gatos. Me hubiese gustado conocerlo en persona. En algún momento pensé tatuarme su rostro con henna, porque él habia prometido recibir personalmente a cualquiera que así lo hubiese hecho (solo que con tinta permanente). Seguía con detenimiento su trabajo, sus querellas contra la Fox, la fundación de su museo y por supuesto a sus publicaciones. Las deTaschen sobre todo.

Lamento no haber probado su ajenjo todavía, pero celebro su incursión en la escultura. No se cómo reaccionaría si viera a unas de creaciones en vivo, sin embargo, si en 2D sus imágenes son impresionantes, en 3D se convierten en sobrecogedoras.

Me encantaba ver sus trabajos con detenimiento, lupa en mano, durante madrugadas insomnes acompañadas por compositores barrocos, metaleros o de música eléctronica académica. Borges, en alguno de sus textos, intentó explorar cuál sería aquella obra que uno quisiera olvidar, solo para sentir de nuevo el gozo que produciría redescubrirla: una especie de criptoamnesia hedonista. Recuerdo el deleite que me provocaron sus intensas panorámicas surrealistas, sus enigmáticos biomecanoides, la obsesiva minuciosidad y maestría de su aerógrafo, así como su inconfundile paleta de colores. Por fortuna no necesito olvidar todo eso para sentir siempre aquel asombro primigenio.

El arte de H. R. Giger transgrede muchos linderos. Alien la integró a la mitología pop (como lo demuestra un crossover entre Batman y el xenomóformo). Sus magníficas portadas de álbumes musicales y de libros y diseño de espacios con amueblados lo confirman como a un verdadero ilustrador e interiorista. Sin embargo, debajo de esta clámide mediático-comercial, siempre estuvo intacto el manto friático profundo en donde abrevó desde sus orígenes para crear. Algo que hizo sin parar hasta el final.

En su Guest Book, el domingo 3 de agosto de 1997 a las 12:36:58 horas, consigné:

"The first time I saw Alien (the film) I felt that a second door to a new way of looking at the universe was opened (the first one I discovered through the works of A. Crowley). But I did not realize then what was so enticing in that film. It was later when I saw who is the creator of such dark, fantastic and yet illuminating work, and that he is, from my own point of view, the greatest living artist of our time. The ultimate point for me is that through his vision I found a deep, mirror reflection of my anguishes and nightmares. Thus, without intending it, a kind of symbolic, Jungian therapy took place. And, thanks to it, I found -no exxageration- salvation and hope."


Nunca creí que iba a despedirlo, pero ahora que lo hice entiendo que se convirtió en uno de mis inmortales y que su obra, por oscura que sea, ilumina mi vida.