Friday, February 17, 2012

La violinista viajera


Foto: Paul Devaux, 2012.
Rosario Vásquez tiene dos cosas en común con el Flautista de Hamelyn: viaja y con su música deleita a cualquiera que la escuche pero, a diferencia del mítico personaje, toca violín, uno antiguo de sonido hermoso y robusto, y no lo hace para llevarse niños o roedores, sino para aprender y encantar multitudes.
 
Rosario, integrante de la Orquesta Sinfónica Nacional -OSN- y del Cuarteto Asturias, es joven pero su técnica ya refinada le permite interpretar un amplio repertorio que va desde clásico a moderno y popular, como temas de películas por ejemplo (le gusta el tema de Piratas del Caribe).  Eso denota que está lejos del estereotipo de una instrumentista académica.  Sí lo es, pero conjugada con una chica chapina, de gustos modernos y amplio espectro de intereses.  Por eso su charla resulta interesante y versátil que como su estilo interpretativo tiene toques intuitivos y desenvueltos.

¿Estuviste en Brasil?
Del 20 de enero al 5 de febrero del año pasado (2011) estuve en Brasil.  Audicioné y fui seleccionada para integrar una orquesta de músicos jóvenes.  Como parte de la actividad, realizamos una gira regional en América del Sur.

¿Tuviste algún escollo?
No, pero sí un tropiezo porque una exportadora que me patrocinaría me quedó terriblemente mal a última hora.  Dos días antes me notificaron que ya no seguirían con el patrocinio.  Así que moví cielo y tierra hasta conseguir los casi USD $2,000 para cubrir el costo del pasaje.  ¡Mucho dinero!

¿Y cómo fue la experiencia allá?
Fue extraordinaria: los maestros era de nivel muy superior.  Por ejemplo, entre ellos estaba el concertino de la Filarmónica de Berlín, Simone Bernardini, que es muy bueno: nos dio clases y participamos con él en conciertos.  Es una forma de trabajar muy diferente a la que estamos acostumbrados, ya que estábamos en un grupo muy grande en donde todos dependíamos de todos.

¿En cuáles grupos estuviste?
Había diferentes niveles.  Me tocó con el de profesionales dos veces, lo cual me permitió tocar con los maestros que nos daban clases. Fue una experiencia absolutamente increíble porque estaba rodeada de personas famosas.

¿Cuántos llegaron en total?
Fuimos 350 músicos de toda América Latina y como 30 profesores.  La audición a nivel hemisférico fue como de 600 aplicaciones.  Aquí en Guatemala audicionamos cinco.  De Centroamérica llegamos Guatemala, Honduras y Costa Rica.  Además se debe tomar en cuenta que los gastos son fuertes, porque uno paga transporte interno, pasajes de avión y alimentación.

¿Qué te dejó la experiencia?
Para mí fue muy importante, te diré por qué como música el simple hecho de estar con maestros de la talla de Simone Bernardini es algo que, normalmente, consideraría imposible.  Sin estos festivales tendría que costearme un viaje a Italia o a otros países, solo para escucharlo.  En cambio, de este modo, tuve la oportunidad de compartir como miembro de una orquesta y a nivel personal, porque también se impartieron clases individuales.  Aparte de que te apoyan, te consiguen becas y te vuelven a invitar a más festivales.

Ví una foto tuya con Claudio Abbado
Sí, pero eso fue en otro viaje, a Venezuela, a donde fui con el clarinetista Bershue Reyes.  Tocamos la Quinta Sinfonía de Malher y una obra de Debussy.  También fuimos 350 músicos en esa ocasión.

¿Ese fue tu segundo viaje fuera de Guatemala?
No,  Es como el doceavo, por ahí, ¡en realidad he viajado bastante!

¿A dónde has ido?
A toda Centroamérica, siempre tocando, a Puerto Rico, Venezuela, Uruguay, México y a Brasil.

¿Cuál fue el detonante que te llevó a la música?
Creo que mi papá y mi hermano.  Mi padre es músico, canta y toca piano, y mi hermano, corno francés, ya llevaba cierto tiempo estudiando música.

¿Cuáles han sido tus estudios?
Cerré una licenciatura en música con especialización en violín en la Galileo y tengo un posgrado en música de cámara en la misma Universidad.  Ya llevo más del 50 por ciento en otra licenciatura en música en la Del Valle.

A futuro, ¿cuáles planes tienes?
Espero continuar mis estudios en otros países.  Estoy aplicando en Argentina para completar ya sea un profesorado o un posgrado.

¿Te gusta el clásico?
Sí, pero he experimentado con todos.  Hay muchos intérpretes que son sólo clásicos, pero yo prefiero se más versátil.  En el clásico el periodo romántico es el que más me gusta.

Por ahí me chismeaba un tu viejo profesor que también te gusta el Metal
¿El rock y todo eso?  Sí, me fascina (ríe con ganas): ¡tengo que admitirlo!  Incluso he trabajado mucho con Alux [Naual], con Viernes Verde, con Carlos Ribera, estuve de gira con él, he grabado para Napoleón Reboleto.  He tocado de todo, incluso mariachi, que es bien difícil he de decir.  Estuve con los Toby y una vez con el Buky.

¿Aparte de violín, tocas algún otro instrumento?
Piano y marimba, pero me falta aprender mucho.

¿Desde cuándo estás con la OSN?
Este es mi octavo año con la Orquesta.  Seis años estuve por contrato y desde el pasado tengo plaza permanente.  Además estuve el Consejo Consultivo y fui la Coordinadora de Relaciones Públicas.

Foto por Paul devaux, 2012.
¿Qué consejo le darías a una niña si quisiera dedicarse a la música?
Que si le gusta, que no abandone su sueño.  La música es como la medicina: necesitas muchos años para llegar a hacer algo que valga la pena y ser bueno.

Wednesday, February 01, 2012

Héctor Gaytán Alfaro 1939 - 2012

Foto: Palabreando en Bicicleta.
Héctor Gaytán representa para mi a un pilar fundamental para la supervivencia de la cultura popular, y por ende de la identidad de un conglomerado social: al narrador. Lo que hacía era contar las historias tradicionales de Guatemala, sin agregarles comentarios. Así rezaba su estribillo: "Como me lo contaron te lo cuento...".

Aparte, su poderosa voz y su magistral manejo de las pausas hacía casi imposible dejar de escucharlo. Se va el hombre pero nos queda su legado, más de 23 libros, aparte de filmaciones, grabaciones de sus programas de radio y columnas. Tras él siempre estará ese riquísimo bagaje cultural que lo inspiró. Muchas de sus historias las escuché cuando niño de fuentes tan diversas como mis abuelos, las empledas de casa, las viejitas del barrio, mis tíos o de gente mayor. Entonces todavía mantenía cierta vigencia el pensamiento mágico en la cultura chapina. Conforme se urbanizó y se adentró en el siglo XX perdió fuerza y se fue convirtiendo en un mosaico lejano, cada vez más descolorido. Pero, gracias a don Héctor, ese color ha ido volviendo y por sus libros, para quedarse.

Un momento, según entiendo ese pensamiento mágico sigue presente porque tengo testimonios de quienes dicen haber escuchado a la Llorona en alguna calle de Los Ángeles, California; o de haber visto al Sombrerón en Florida. No faltará quien se ria, ni quien se sienta hasta ofendido por tales testimonios. Realmente, carece de importancia si son o no comprobables. Lo comprobable aca es que todos somos vectores de nuestra cultura. Para bien o para mal, a donde vamos la llevamos conciente o inconcientemente. El gran mérito de don Héctor fue haberlo hecho con entusiasmo, como si de un deber se hubiese tratado, y como un gran valor agregado lo hacía con donaire y con la habilidad de hacernos sentir una de las más primordiales fuentes que motivan al arte y a la ciencia: el asombro.

Hasta pronto gran narrador, espero que esté ahora entreteniendo a las altas esferas con sus historias.