Friday, November 02, 2007

¡Adios, Daisy!

Recuerdo haber conocido a Daisy de Prentice en la sede del CEES, cuando estaba en una casa de esquina de la Zona 4. Llegamos allí, Rodrigo y yo, atraídos por una oferta irresistible: esta institución privada nos facilitaría traer libros del extranjero. Es más, por su medio descubrimos los invaluables catálogos ISBN. Siempre estaba dispuesta, era incansable en el trabajo, sincera, absolutamente vertical y despierta. No se perdía un solo detalle. Estas características se reflejaban en sus columnas, publicada tanto en elPeriódico como en La Hora. Conversé con ella muchas veces y aprendía algo valioso, sobre todo, porque me daba una perspectiva practica de la vida y sabía encontrar soluciones rápidas. Ambas facultades me han sido vedadas a cambio de una mente especulativa.

Además ella tenía un avatar, puesto que estaba relacionada con la Hobby Shop, en donde compré, en mi niñez y adolescencia, casi todos los modelos de plástico que armé (con la excepción de la serie Visible de Renwal, adquirida por mi madre para mí en Schacher Hermanos). Otros, vinieron por Paiz Montufar. Alrededor de hará un mes empecé a recordarla, tenía, tal vez, más de 10 años de no verla. Una voz interna me urgía a llamarla y varias veces tuve la Guía Teléfonica lista para buscar el número correspondiente. Nunca hice la llamada.

Rodrigo, en cambio, tuvo la suerte de verla más recientemente. "Pasáme a ver", le aconsejó. No sé si lo hizo. Sólo que no me despedí de ella como hubiese querido. Ahora, Daisy, sólo puedo desearle muy feliz viaje. Tal vez, en alguna ocasión, tengamos el gusto de volver a vernos.

Bien decían las señoras de antes: "El camino al infierno está tapizado de buenas intenciones".
Imagen:
UFM.

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