Sunday, August 19, 2012

Prometheus


"Es de notar que en aquél tiempo, había gigantes sobre la tierra: porque después que los hijos de Dios se juntaron con las hijas de los hombres, y ellas concibieron, salieron á luz estos valientes del tiempo antiguo jayanes de nombradía".

Génesis 6, 4, según traducción del doctor Félix Torres Amat, Madrid, 1832.

Más que expresar cuánto me gustó Prometheus, dirigida por Riddley Scott -decisión más que acertada de Fox porque nadie lo hubiese hecho mejor-, debería centrarme en el corazón de su narrativa: la búsquede de una razón que nos explique de dónde venimos, e incluso transpolando más allá de los límites del filme, hacer eco de una pregunta masónica, "¿por qué existe algo en vez de nada?".

Inspirado en las ideas de Erich von Däniken, quien a su vez las tomó de las obras de H. P. Lovecraft y de Robert Charroux, así como de ese libro casi olvidado pero fundamental, El Retorno de los Brujos; Scott, como él mismo dijo, trata sobre dioses e ingenieros, pero también sobre ambciones e intrigas corporativas, sobre una robótica nada relacionada con las leyes abocetadas por Isaac Asimov, en fin, sobre la eterna búsqueda de la verdad. Todos estos elementos aparentemente disímiles forman parte de un conjunto que antecede, sin involucrarse por completo sino fundamentado una propuesta propia, al Alien de 1979.

Con el apoyo de verdaderos maestros, como H. R. Giger -creador del xenomorfo estrella-, cuya retroingeniería es impresionante, Prometheus despliega una bellìsima narrativa visual en un entorno 3D magnífico porque no exagera la profundidad y sigue la estética oscura y orgánica del creador suizo. Los personajes y las actuaciones, en especial las de Noomi Rapace (La Chica del Dragón Tatuado en la trilogía sueca) y Charlize Theron son excelentes. Por igual, la trama se desarrolla de manera impecable, con muy buenos acentos de acción y terror.

En Contact, Jodie Foster le inquiere a un alienígena por los creadores de los agujeros de gusano que le habían permitido acercarse hasta él: "Ya estaban cuando llegamos nosotros", le responde. Esta propuesta que es muy de Carl Sagan es fuerte en Prometheus: no sabemos si algunas de las dudas más fundamentales que tenemos encontrarán respuesta algún dìa.

Por eso, debajo de su elaborada ficción, en Prometheus hay una incursión filosófica no teleológica. Tal vez se puedan colegir respuestas a nivel especulativo pero más invita a repreguntar, pero solo para llegar a un planteamiento circular (como cuando al padre Lemaître le pidieron que explicara el origen de su átomo primaeval. Dijo que surgió de otro átomo primaeval).

Stephen Hawking ha calculado que como especie no duraremos más de un milenio sobre la Tierra y que por eso debemos colonizar otros planetas. También advierte contra los intentos para contactar culturas alienígenas, cuyas intenciones nos son desconocidas por completo. Y en esto el filme llega a un final que exige una segunda parte, sobre todo porque, como Lovecraft, no cree ni en la redención, ni en la esperanza (similar a Gen. 6:5-7 o a una de las narrativas del Pop Wuj y de otros textos sagrados de la humanidad).

En suma, Scott nos deja un excelente filme de Ciencia Ficción, de extraordinaria narrativa, buenas actuaciones, efectos impresionantes pero no invasivos, cuyo impacto estará a la altura del nivel de cada uno de sus espectadores.

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