Wednesday, April 22, 2009

El legado de Leona Helmsley 1920 - 2007

Conocida como la Queen of the Mean (la Reina de los Malvados), doña Leona, en realidad, no tenía precisamente cara de buenos amigos. Con su esposo fundó un imperio que ahora, después de su muerte, se valora en unos 5 a 6 millardos de dólares. Durante un tiempo, incluso fue dueña del Empire State Building, porque su fortuna le vino de los bienes raíces. Estuvo presa, por evasión de impuestos. Se cuentan anécdotas horribles sobre su carácter y ruda manera de vencer a la competencia. Por ejemplo, en una ocasión, dice una cronista de Prensa que cuando a uno de sus meseros se le cayó el té y la manchó, lo hizo suplicar por su trabajo como si fuera perro.

Pero no todo en su corazón era tan oscuro. Sus últimos años los pasó sola, aislada de amigos y familiares. Así que dejó, como último deseo, toda su fortuna a organizaciones caritativas y de rescate para perros, similares a AMA. Sobre todo porque su maltés blanco, y uno de los beneficiados, no la abandonó nunca. Cuando se supo su decisión, la noticia regocijó a muchas organizaciones que luchan en pro de canes y de los animales en general.

Pero he aquí que ciertas de sus parentelas, incluidos dos nietos a quienes no había dejado ni rebanada, impugnaron el testamento alegando que cuando lo firmó, a sus 87 años, ya no estaba mentalmente competente. Y un surrogate judge de Manhattan les dio la razón: la mayoría de su fortuna pasará a manos de investigaciones relativas a la salud. Divido entre 10 organizaciones en pro de los animales quedó un vil millón. El caso me recordó a una nota de prensa que leí hace muchos años: una millonaria argentina le dejó toda su fortuna a su perro, por la misma razón, fue el único fiel que tuvo. Pero un juecesote de aquellos dictaminó que sería absurdo e imposible legalmente declarar heredero a un vil can.
Foto: AP/Yahoo! News.

2 comments:

Nancy said...

Interesante como siempre, León

Duffboy said...

El antropocentrismo... causa de tantos males, y nuestra inevitable ruta al abismo. Me alegra que la doña se reivindicó al final.