...no ha sido cancelado el saldo correspondiente, y que ha prescrito el periodo de gracia dispuesto por las regulaciones de la Superintendencia de Bancos, en lo que a cajillas de seguridad se refiere. En tal virtud se procedió hoy, veinte de diciembre de mil novecientos noventa y tres, a vaciar el contenido de la cajilla de seguridad numero cero guión treinta, 0-30, ubicada en este banco, encontrándose dentro de ella un puñal en su estuche, acompañado por la siguiente nota escrita por su propietario.
“El arma blanca contenida en esta caja posee una hoja de acero con empuñadura de madera. En uno de los cantos de la hoja se aprecian las letras 'PRM' inscritas dentro de un óvalo; el otro no presenta señas notables salvo las raeduras que aparecen con el uso.
Es evidente que se trata de una imitación, pues la fábrica -ya desaparecida-, a la cual en todo caso habría correspondido el ovalado sello, no acostumbraba grabar sus productos. En su lugar, solía colocar un número de serie a fin de registrar el objeto.
La madera con aplicaciones que luce en su empuñadura es, a todas luces, de tosca manufactura casera. Se trata, pues, de un objeto común, cuyo valor intrínseco podría considerarse como sumamente bajo.
Con base a lo anterior, cabe citar la relación escrita por el último de sus propietarios, Pascual Pérez. El día que me lo dio aseguró que a sus propietarios este puñal les "trae suerte".
La historia se inicia con un tal César Lopez, originario de Asunción Mita, Jutiapa. Éste, auxiliado por el arma en cuestión, habría eliminado a Domingo Manuel, por una disputa de tierras. A los años, López encontraría su muerte a manos de unos asaltantes de caminos. Para entonces, el puñal quedó en propiedad de uno de sus herederos quien, a su vez, pero por razones de caracter pasional, degollaría a su segunda esposa, huyendo luego con rumbo desconocido. El arma fue recogida por la Policía; el caso, remitido al Ministerio Público y el puñal acabaría en manos, nadie sabe cómo, de un juez de instrucción.
Este nuevo propietario también habría hecho lo suyo con el objeto punzocortante: circunstancias de honor lo obligaron a defender la reputación de su esposa, por lo que más tarde huiría, también, bajo acusación de asesinato.
Se observa un periodo considerable en el cual no se hallan referencias ni del paradero, ni del uso destinado al arma. Apareció como prenda empeñada en una cantina de mala muerte, donde una de las meseras del tugurio, aprovechando la borrachera de un cliente lo habría apuñalado por la espalda. "Tenia que vengarme de ese maldito", declaró más tarde.
Un hermano del occiso mató a la asesina y guardó el cuchillo como recuerdo. Pero el propio objeto de recuerdo sería el que le mataría -meses después- a manos de su propia esposa. En este caso, se habría tratado de celos, supuestamente infundados. El caso nunca llegó a los tribunales.
Crisóstomo Ruán Chile -alias Caquita- sería el siguiente dueño. Ladrón de oficio, asaltante ocasional y también cristalero. Se dice que una noche, deambulando solo y borracho, quiso ponerle a un transeunte apellidado Chavarría "que ya se veia ruco". Pero el ruco portaba arma de fuego y se defendió de Ruán disparándole. La bala, calibre .38, dejaría orificio de salida en el parietal izquierdo.
Chavarría tomaría el puñal como trofeo de guerra. Pero, por cautela, decidió bendecirlo. El cura a quien buscó le negó la bendición al arma y, además, se la quitó a Chavarría, guardándola en la gaveta de una mesita de su casa parroquial. Una vez más, el nefasto objeto fue empeñado, esta vez por el sacristán de la iglesia, quien nunca lo rescató de la casa de empeños.
La casa de empeños vendió el arma a precio reducido -de esta transacción sí quedó papelería-, a un agente de la Policía Nacional, quien se encontraba a punto de retiro. Éste regaló el arma a Carlos Duarte, un propietario de ruletero.
Duarte, borracho -para variar-, al manipular el puñal con fanfarronería se causó heridas graves en una mano y en el muslo derecho. Asustado, lo regaló al Pérez arriba mencionado quien, después de la minuciosa investigación que permitió escribir esta relación, me lo obsequió.
Dejo el arma en su caja, junto con esta nota, en una cajilla de seguridad bancaria, motivado por razones morales pues resulta bastante cierto que, siguiendo el tiempo su decurso, tan malhadado objeto caería de nuevo en manos inciertas para volver a las calles con su horripilante bagage de muerte y tristeza. Así, el arma sería protagonista de otra historia de todos los dias. A pesar de tratarse de una falsificación es innegable su eficacia y, por su historia, es un auténtico objeto de colección.
Si algún día se abre esta cajilla, suplico a quienes lean esta nota destruir el puñal, la caja y la presente".
No habiendo sido posible localizar legítimos herederos del señor propietario y dado que la nota citada carece de calidad testamentaria, se procede conforme a lo dispuesto en la ley de la materia y se ofrece el contenido de la cajilla en pública subasta. El infrascrito notario, de lo expuesto, DOY FE.
Publicado en la página 23 del diario La Republica, el lunes 20 de diciembre de 1993.
Versión urtext, sin editar, publicado en Mis inséctos son ángeles, Letra Negra Editores, Guatemala, 2002. ISBN 99922-42-17-5. Foto: “Himmler”, tomada del sitio web, German Daggers.
1 comment:
¿En qué momentos te sientas a hacer tu blog? Me entra la curiosidad, porque no es cuestión de sentarse frente a la computadora y ser creativo, o hacerse el creativo cuando hay tiempo para eso. Por lo general, las ideas vienen a horas extrañas y casi nunca tenemos el teclado disponible a esas horas. Me encanta este blog, tiene ya el germen de un libro, supongo que de ahí te vino la idea de ponerlo todo junto. Algún día me enseñarás a armar uno, pero aunque me fascina la idea, probablemente jamás tenga la disciplina para darle mantenimiento.... De todos modos, felicitaciones. Esta lectura resulta sumamente estimulante si no tienes la debilidad de caer en la depresión cuando empiezas a darte cuenta de lo que significa todo ese caos.
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