El teleevangelista y fallido aspirante a la candidatura para optar a ser Presidente de Estados Unidos, Pat Robertson (Lexington, Virgina, 1930), fundador y CEO del 700 Million Club, aparte de otra decena de organizaciones más, clamó para que Hugo Chávez, Presidente de Venezuela, sea asesinado por agentes secretos estadounidenses. Así, según su discurso, Estados Unidos salvará miles de vidas y se ahorrará dinero, porque se evitará una guerra contra un presidente que es “un enorme peligro para nostros”. Según Robertson, Venezuela (y su petróleo, léase) está en una zona que directamente afecta a los intereses de Washington.
Se cuenta que cuando el general Patton le ordenó a uno de sus capellanes que escribiera una oración para suplicar apoyo divino y así ganar una compaña contra los nazis, el religioso le recordó que no se puede pedir por la muerte de un hombre. Robertson, invocando hoy la Doctrina Monroe, en cambio, asume un papel absurdo, anacrónico y estúpido. El del anciano que prodiga sus consejos bajo la supuesta égida de la iluminación divina. Desde tiempo inmemorial se ha clamado a un ser superior para combatir al enemigo. Lo hicieron asirios, babilonios, griegos y romanos y también judíos. La iglesia medieval utilizó el nombre de Dios para decretar la peores masacres. Aun hoy el mundo sigue luchas justificadas por inspiración divina.
Conociendo la trayectoria del teleevangelista, innecesaria de exponer acá porque abundan notas sobre ella en la Red, cabe preguntarse a qué intereses sirve este personaje mendaz, varias veces galardonado por las más fundamentalistas creencias y posturas políticas, entre ellas la Zionist Organization of America. ¿Será simplemente una boutade estúpida o será que el señor de la palabra ya se desvergonzó y se publica, para quienes puedan leer entre líneas, como un vil testaferro de los señores de la guerra?
La respuesta es compleja, aunque tal vez sea innecesario encontrarla. Podría bastar con pintarlo como a un viejo fundamentalista, parte de una corriente, contraparte de la que George W. Bush ha jurado destruir, para preservar la paz del mundo y a sus libertades básicas, en Oriente.
Pero, sin supuestas conspiraciones contra Chávez, el solo pedido de Robertson lo revela como a un hombre duro, impío y aetíco. Un cuadro nada nuevo para un zorro más que viejo en el arte de la impostura, la manipulación y el escándalo. La imagen ideal que ha querido vender, con mayor o menor éxito, finalmente se ha fundido con la verdadera, la que descubre a un negociante de esa Palabra que él, y miles más como él, nos quieren vender como la Verdad. Me temo, con tristeza, que siempre habrá quién le compre ese producto, por maltrecha y endeble que sea su calidad.
“El 24 de agosto de 2005 el teleevangelista “clarificó” su solicitud de asesinato.
“Give me four clear days so that my planes can fly, so that my fighter-bombers can bomb and strafe, so that my reconnaissance may pick out targets for my magnificent artillery. Give me four days of sunshine to dry this blasted mud, so that my tanks may roll, so that ammunition and rations may be taken to my hungry, ill-equipped infantry. I need these four days to send von Rundstedt and his godless army to their Valhalla. I am sick of this unnecessary butchery of American youth, and in exchange for four days of fighting weather, I will deliver You enough Krauts to keep your bookkeepers months behind in their work. Amen”. Fragmento de la oración que el general Patton escribió en la Fundación Pescatore, Luxemburgo, el 23 de diciembre de 1944, según este sitio.
Foto: Adrian Barnett, 1998.
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