Saturday, March 05, 2011

Marimbas del Infierno

Julio Hernández Cordón (Gasolina) bucea en la vida de tres personajes que son entre ficiticios y ellos mismos, en una propuesta que trota a caballo entre la documental realista y el discurrir psíquico de cada uno (y el suyo propio). Uno es Roberto González Arévalo -Blacko para más señas-: médico, maestro de las artes marciales, rockero irredento y líder de Guerreros del Metal, pero converso del satanismo a un cristianismo ecléctico, derivado en un culto personalizado con toques de neohebraísmo. Otro es el marimbista don Alfonso Tunche y el tercero es Chiquilín (Víctor Hugo Monterroso), un niño de la calle versado en el flex, el descaro y el robo, pero con sueños.

El Blacko es un médico incapaz de encontrar pacientes porque su aspecto de rockero los espanta. Y es un rockero que ya viene dando la tercera vuelta a todo, decepcionado, vilipendiado por los metaleros extremos por haberse convertido al cristianismo, pero mal visto por muchos cristianos porque fue rockero. En otras palabras, demasiado cristiano para el rock'n'roll y demasiado rockero para los cristianos. Don Alfonso en cambio es un músico tradicional, un marimbista perdido, porque perdió su marimba y está en busca de recuperar protagonismo y dónde tocar. Cual Hombre del Carrito (Muhomatsu no issho, filme de 1958) va por ahí con su instrumento a rastras (porque es víctima de extorsión). Mientras, el Chiquilín es una especie de Loki que sirve como mediador tanto entre los otros dos personajes como en la narrativa de la cinta.

El diseño de producción es impecable, creado sobre una estética feísta muy atractiva subrayada por lugares que se pasan por alto precisamente por comunes, como la Cafetería DiLido o la que se encuentra sobre la 11 Avenida entre 16 y 15 calles de la Zona 1; las habitaciones del Hotel Maya Excelsior o el Pasaje Savoy. La paleta de colores es deliberada, para marcar los momentos que acompaña y la fotografía, muy sui géneris, es magnífica. Luego, viene la música, también a caballo entre la tradicional de marimba de Guatemala y las intensidades violentas del metal, que funge como un telón sonoro de fondo a contrastes y reflexiones sobre nuestra cultura actual.

Marimbas del Infierno se puede ver como un tríptico, tres retratos cinematográficos de sus personajes entrelazados por sus tragedias, alegrías, expectativas, decepciones y batallas cotidianas. Es una declaración del director Julio Hernández Cordón sobre cómo quiere hacer cine de autor que deja un regusto delicioso, entre nostálgico, triste y entusiasta. Y demuestra también que es falso afirmar que la segunda obra de un creador nunca es buena.

No comments: