Monday, February 28, 2011

Tron: Lagacy

"Cyberspace. A consensual hallucination experienced daily by billions of legitimate operators, in every nation, by children being taught mathematical concepts... A graphic representation of data abstracted from banks of every computer in the human system. Unthinkable complexity. Lines of light ranged in the nonspace of the mind, clusters and constellations of data. Like city lights, receding...". — William Gibson (Neuromancer)

No podría escribir sobre Tron: Lagacy con honestidad sin recordar la descripción de William Gibson, padre de la palabra ciberespacio. Sobre un guión minimalista, casi prescindible, Joseph Kosinski crea un mundo virtual cuya acción tardó 64 días en filmarse, pero 68 semanas en posproducirse. Así de complejos fueron los efectos especiales. Las cámaras utilizadas están consideradas una generación más reciente que las de Avatar, y eso ya es mucho decir.

Sin embargo, en el resultado final no cuentan ni el monto invertido (USD $170 millones) o la tecnología utilizada, sino el impacto que deja sobre los espectadores. Sobre mi, en este caso, más que todo. Según estimo, luego de ver dos veces la obra, una en 3D y otra en Imax, las ganas de volver a ella no se me han quitado. Señal inequívoca de lo mucho que la disfruté en tres niveles.
Primero, las gráficas y su desarrollo de un mundo virtual extraordinario, realmente más allá de mis expectativas de las capacidades de Disney. De seguir así, perderé el cierto resquemor que me dejara la compra de Marvel por parte de este gigante. Segundo, la inolvidable carrera de motos, cúspide de la cinta. Y tercero, el extraordinario soundtrack de Daft Punk, una obra maestra.

En cuanto a sus réplicas de Gibson ("The Grid. A digital frontier. I tried to picture clusters of information as they moved through the computer. What did they look like? Ships, motorcycles? Were the circuits like freeways? I kept dreaming of a world I thought I'd never see.": del monólogo que presenta a la cinta), a sus referencias al software libre según la filosofía de Richard Stallman (con cierto protagonismo de Ubuntu, por cierto) o sus breves pero innecesarios homenajes a Star Wars (el sable de Quorra (Olivia Wilde) casi al final o la forma de ciertas naves), le dan y le quitan a la producción ciertos méritos.

Sin embargo, el conjunto en su totalidad es muy superior a la suma de sus partes, es una demostración de que los postulados de la Gestalt se pueden hacer realidad. Incluso restando algunos absurdos (¿por qué los personajes comen, si están dentro de un mundo virtual?, por ejemplo), errores factuales, falta de continuidad o estamentos redundantes, quedan su estética fascinante (como sus espejos de agua), su sondtrack ya mencionado y sobre todo, la impresión de que se estuvo frente a un logro extraordianrio de la cinematografía de ficción.


Existe la posibilidad de una tercera parte, sí. Ya en producción está una serie televisiva (ni modo, ahí ya entra en juego el merchandising de Disney).

2 comments:

David Lepe said...

ahora entiendo por qué te tardaste tanto para publicar esto, si está de lo más completo.
chilero

klavaza said...

Me costó digerir tanto estímulo antes de sintetizarlo David. Gracias por la visita.