Saturday, October 11, 2008

El efecto París

Paris es una ciudad sensual y lúdica. Como fan de las culturas nórdicas, sobre todo medievales, no imaginé el impacto tan fuerte que me dejó visitarla. Al llegar encontré una urbe definida por líneas horizontales, conservada y cuidada, hermosa, silente y sobre todo cortés. Jamás imaginé a un ciudadano sosteniendo la compuerta de salida del metro, por ejemplo, para permitirme pasar. El aire es limpio, de hecho, no tuve ni un cuadro asmático y no necesité utilizar Ventolín. Disfruté del mejor pan que he probado (ahora entiendo por qué se le llama pan francés, pero el de acá ya no es ni siquiera una caricatura del original). Fue una visita rápida, de vértigo, en la cual recorridos diurnos y nocturnos, trabajo (tan divertido como la visita misma: el Salón Internacional del Auto de París), cultura y vida, subrayados por las mujeres más hermosas que he visto en mi vida, se conjuntaron para formar un mosaico instantáneo pero inolvidable. Las tiendas dejan un recuerdo tan vivido como sus monumentos y restaurantes. Deben visitar París por lo menos una vez en su vida, es imperativo, es una ciudad emocionante a cada paso, y en cada paso ofrece sorpresas. Casi al volver, por ejemplo, vi una muestra de historia de la aviación francesa en los Campos Elíseos, con aviones, armas y vehículos reales. Una de las emociones más fuertes la tuve en el Louvre, cuando vi 4 esculturas enormes casi recién salidas de su embalaje, que formaban parte de una muestra sobre bronces franceses. Otra, fue el encuentro casi casual, pero fundamental, del museo del Conservatorio Nacional de Artes y Oficios: verdadero templo de la tecnología. Por fortuna, iba acompañado por Néstor Larrazábal, otro geek que bien podría ser guía de la ciudad, quien disfrutó allí tanto o más que yo. París es cara, pero cada euro gastado en ella es una de las mejores inversiones de viaje jamás realizadas. Hay ciudades que se olvidan en cuanto uno vuelve, otras dejan una impresión efímera. París, la Lutecia romana, deja un tatuaje indeleble en el alma y en la memoria. Que los dioses la conserven.
Imágenes: klavaza, 2008.

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