Wednesday, September 07, 2005

La Directora de Torneos más sexy del mundo...

Ni tengo idea, ni me importa encontrar la causa. De vez en cuando sufro de un extraño síndrome cuyo tema central es un déjà vu, o promnesia, que viene siempre después de las 7 de la noche. No entiendo qué lo desata pero su nota principal me hace sentir nostalgia por la década de los 90. Vuelven Nirvana con Smells like teen spirit; la Alicia Silverstone de los videos de Aerosmith; el Black Hole Sun de Soundgarden; el uniformito de Britney, el coleccionismo de tarjetas de arte fantástico; Testament, una retrospectiva sobre Frazetta; mi amiga, El Monstruo, sentada en el Café Oro con su morralito adosado al lado de la silla; la música de Sapiens; Cucas, de Astaroth; Jorge y yo, en la casa de Danilo Fuentes, en un interminable triálogo sobre la música; mi sobrinita Andrea y su llanto nocturno, destructor de mi dogma pascualiano; mi Ex en su mejor momento; CEAR, Informaciones y el fantasma de Crónica; Anibal y su porción completa de comida china; Super Weider II; Doom merodeando por Compulandia; Jorge, “el Club” y Júpiter, en Próceres; ¿Y dónde jugarán las niñas? y Nookie; los Brujos de la Costa (Wizards of the Coast) y Magic the Gathering; Savannah y Brittany O’Connell; marcar cero para llamar a un celular; Age of Apocalypse, Marvel 95, Duke Nukem, Lara Croft, SimCity, Dragon Ball y Mortal Kombat; Intel i486 DX4 de 100 Mhz; Windows 95; Mario Soto explotado en Macdonalds; Indira y Fausto; la Pelona y sus negocios y, entre otro millardo de recuerdos más (como el de un vino italiano que me noqueó en la casa de mi amigo Alejandro y a éste inquiriendo por qué me gustaba Green Day); el deseo insatisfecho por encontrar la música que Scott Vladimir Licina le compuso a ciertos cómics de Lady Death. Cuando buscaba con ahínco ese CD, surfeando los pocos intestinos del ciberespacio en donde podría quedar algún remanente de información sobre él, antes de su eventual expulsión por algún recto virtual, una espiral voraginosa me llevó hasta sitios como el del Gothic Chess y a su increíble Directora de Torneos, la barbiesca Alexis Skye. Alentador encuentro: ¿desde cuándo, que yo sepa, una mujer como ella es directora en un juego asociado con rostros adustos, de gente aburrida, alejada del mundanal rüido? Claro que se trata de una excelente estrategia de mercadeo: Basta con leer que mide 1.94 metros, sin tacones, pero que le encanta ponérselos, y que le resulta difícil acomodar sus piernas, de un metro de largo, debajo de las mesas cuando se sienta a jugar. Pero eso también es alentador porque, ¿desde cuándo vale la pena vender un juego ciencia? A veces parece que algún gene noble se activa en la especie. Mientras, como en el Tercer Milenio ya no es fashion compulsar los catálogos impresos, seguiré mi tal vez inútil búsqueda virtual por aquellas piezas de Licina, sin las cuales quedaría incompleta mi colección de recuerdos de esa ficticia Señora de la Muerte.

Para alargar más esta nota me escudo en una cita que
Borges atribuyó a Swedenborg, “me disculparás esta añadidura, justificada por la necesidad de llenar la hoja...”. Ya el gran campeón cubano José Raúl Capablanca había sugerido una variación del Ajedrez para evitar que las partidas terminen con frecuencia en empate: un tablero de 10 por 8 escaques, 80 en total (en vez del tradicional de 8 por 8, 64 máximos). Si tal propuesta suena herética a los puristas, vale la pena recordarles que el juego, como lo conocemos ahora, es el resultado de cambios sufridos a lo largo de siglos y que sus variaciones, que son legión, tienen su propia y venerable trayectoria. Recuerdo que a finales de los 60, mi amigo Rodrigo y yo nos preguntábamos cuáles serían las reglas de un ajedrez tridimensional anunciado en el catálogo de la Edmund Scientific Corporation. Por supuesto la idea de Capablanca nunca alcanzó al mainstream manejado por la Fédération Internationale des Échecs, o FIDE, pero se quedó en alguna bodega cultural de donde la rescataron los creadores del Gothic Chess quienes lo impulsan con el entusiasmo de un Bill Gates, después de modificarlo con dos piezas extra, una llamada canciller, combinación de caballo y torre, y la otra, el arzobispo, mezcla de caballo y alfil.

A Lilian Tejada, porque, iluminada por el alba de la década de los 80, quiso patentar un tablero esférico.
Foto: Alexis Skye, del sitio web de la Gothic Chess Federation.

4 comments:

Duffboy said...

Este es un comentario real, lejos del spam: este entry me recuerda el roll call que hace Mr. Love Daddy en aquella lica de Spike Lee (last on your dial but first in your heart). Aquellos nombre que nos nombran, las rolas que nos conforman, las chicas que asesinan.

Duffboy said...

http://tryforonce.blogspot.com

DatingOnline said...

Great poetry and insights.

DatingOnline said...

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