Tuesday, January 29, 2008

Visita al médico pistero

“Sábado 8:30 horas”, me dijo la secretaria con amabilidad, “es segunda vez que viene tras casi 4 años de ausencia. Aquí en la computadora no se nos pierde nadie”. El día y a la hora convenidos me presenté a la clínica de uno de los pneumólogos más recomendados por una amiga. En efecto, a juzgar por las certificaciones a la vista se trata de una eminencia. Pero más monetizada que un prestamista de casino.

Mientras se desocupaba del paciente que atendía empecé a recibir llamadas del trabajo: urgía averiguar algo sobre una promoción que no estaba bien calculada. Al estilo de la canción de Sabina, dieron las 9:00 y las 10:00 y las 11:00 y no me recibía. “Discúlpelo, tuvo una emergencia en sala”, repetía la secre. Hacia las 11:30 fue apareciendo, “entre de una vez”, me dijo, con un ademán. MIentras caminábamos hacia su despacho me preguntó, fingiendo desinterés, "¿tiene seguro?". "No". Emitió un sonido gutural por respuesta.

La cita duró unos 25 minutos interrumpidos por otras dos salidas suyas, una para buscar un medidor de oxígeno y otra sin explicación. Para empezar me dijo que el Foradil, una medicación casi estándar para el asma, no sirve. “¿Cómo así?”, le pregunté, “si la vez pasada en la receta me lo indicó en caso de crisis”. “...Ah, ...sí, en caso de crisis sí, pero mientras debe usa mejor el Symbicort, ¡señorita, traigame uno!”.

“Ah qué buena onda”, pensé, “me va a regalar una muestra”. Sí pues, la secre se apareció con uno, pero vacío. Resulta que es un prop que le entrega el laboratorio a los galenos para que enseñen a los pacientes cómo se usa.

“¡Inhále! Otra vez. De nuevo. Pero, ¿por qué se detiene y hala? No entiendo”. “Bueno, usted es el doctor, usted dígame”. Calló. Llegó el momento del examen físico. Empezó a auscultarme el abdómen. Como no lo encontró flaccido decidió que estaba inflamado. Viendo de reojo me dijo, “¿se echa los tragos, verdad?" “No doctor, no bebo”. De pronto, como que se dio cuenta de que no eran visceras lo que sentía y de inmediato volteó la cara para otro lado y cambió de tema. “Viejo más mula”, pensé.

Un poco más tarde y desesperado me amenazó con esconder mi celular si seguían llamando, por tanto lo apagué a pesar de que en el trabajo, lo sabía, iban a ladrar. Una vez terminadas las rutinas procedió a redactar la receta: Symbicort, un antihistamínico nasal y no se cuál otro medicamento. “¡Ah mire! En cuanto aparezca una línea roja aquí tírelo y compre otro porque quiere decir que ya están agotadas las dosis. Vaya a la farmacia del primer piso del edificio y cómprelo, se lo van a vender con un descuento cuando presente mi receta”.

Resulta que la tal línea roja, así lo explica el folleto del inhalador, indica una reserva de 10 dosis. Pero a este médico-vendedor le interesa su desperdicio porque él, junto con otro grupo de médicos, es condueño de la farmacia en cuestión. Por supuesto lo compré en otro lado. Sólo por joder, no por otra cosa.

“Me es imposible determinar si hay enfisema sólo con esta pinche radio(grafía)", que había ordenado otro médico, “le suplico llame a este celular de mi hija. Ella le va a practicar una espirometría la cual yo voy a interpretar después”. La consulta con el susobicho cuesta GTQ200. Llamar a su hija, GTQ250, más otros GTQ200 suyos por la nueva cita. En total unos GTQ650, no tan caro, si se compara con los precios en otros lados. Pero no señalo el precio, sino la voracidad pirañesca del hombre.

Por fin salí. Era la 1 de la tarde y el celular empezaba a sonar otra vez mientras me preguntaba, todavía con la receta en la mano, "¿así que el honorable cuerpo médico, eh?".
Imágenes: Bodegones del Symbicort, klavaza, 2008.

7 comments:

Anonymous said...

Disculpá lo directo: ¿podrías darnos el nombre de ese especimen que en lugar de estetoscopio usa calculadora? Ah, ¿y del su hija?

Anonymous said...

Jajajaja (por no llorar). Esto es así aquí también. Business is business, salud ajena mediante.

Que asco de gente. Pirañas. Peor sería que te recetasen algo para los pies, lo que se notaría mucho.

Por cierto, todo bien a nivel health?

klavaza said...

Anonymous: Ya sabés cómo funciona, si lo digo y lo leee, me clava. El nombre empieza con J y el apellido con G. A la hija no la conocí porque, por supuesto, ahí quedó la relación médico-paciente. Ah y la clínica está en una parte fashionable de centros médicos de la Zona 10.

Claudia: De salud mejor. Era un broncoespasmo vulgaris, pero como se puso necio decidí ir a ver a este medicastro. En realidad me podría haber tratado solo, basado en el eterno mismo tratamiento que me han recetado desde que tengo memoria. Ja! te apuesto que con este una receta para los pies costaría miles.

Duffboy said...

Tenés que ver "Sicko", el último documental de Michael Moore. Pocos lo apreciarán tanto como vos.

klavaza said...

Vos, lo tuve en la mano un segundo y lo dejé ir. Lo buscaré, es cabal relacionado con este temejo. Gracias por la recomendación.

La Chachi said...

Yo conoci a un neurologo en Guate, que dicen que mandaba a hacer examenes y en la primera oportunidad le decia la gente, "mire usted, no tiene una su casita o un su terrenito que vaya vendiendo, porque todo su tratamiento le va a salir bien caro". Desgraciado!

klavaza said...

Ese sí era pelado mirá, qué descaro, sin embargo, algo inexplicable para mí, siempre encuentran a un siguiente paciente.