Sabato en la memoria. Ahí se quedó congelado por décadas desde que lo descubrimos en la adolescencia, cuando Rodrigo Fanjúl y yo, junto con algunos otros, nos reuniamos a leer El retorno de los brujos, La vuelta al día en ochenta mundos, El aleph... Sabato, dice un diario español, fue el último de los escritores argtentinos con mayúscula. Para nostros entonces se distinguía de los demás del Boom Latinoamericano porque era físico. ¿Un físisco escribe obras como Abaddon el exterminador o Sobre héroes y tumbas?
Precisamente por ese background científico, y porque sabíamos que había sido becado para realizar investigaciones sobre radiación en París, nos llamaba más la atención. Por un momento incluso dudamos si él no sería coautor del odioso texto de Física (Maiztegui y Sabato) con el que estudiábamos en cuarto grado, hasta que Rodrigo se apareció con evidencia incontrovertible que demostraba lo contrario (se trataba de Jorge Alberto, sobrino del escritor).
Las horas con sus libros fueron valiosas y hasta hoy algunas de sus palabras surgen del abismo de la memoria de vez en cuando. Pasó el tiempo y dejamos atrás a la literartura. Ya nadie tenía tiempo para ella. En vez, la codificación en Assembler, BASIC, RPGII y después en Fox, VBasic y otros lenguajes se apoderó de todo nuestro ser. Sin embargo, Sabato seguía presente. Su trabajo era, y sigue siendolo para mi, una musa inquietante ante la cual me quedo a veces perplejo, a veces triste. Pero siempre me deja pensando.
Más tarde volvería a formar parte virtual de mi vida, pero con otro círculo de amigos. Claudia Navas resultó gran admiradora suya, tanto, que logró conocerlo y entrevistarlo. Entonces se actualizó el hombre congelado y. comprendí que había estado siempre a la espera del próximo trabajo de un verdadero grande. Simplemente, forma parte de mi entorno, como muchos otros autores, compositores, científicos. Tal vez por eso no había ponderado cuántas décadas habían transcurrido desde que supe de su existencia, casi seguro a causa de mi padre quien también le admiraba.
Sabato se va. Queda su obra. Quedamos todos los que hemos sentido con él, los que hemos podido tener empatía intelectual y afectiva gracias a sus textos. No es alguien que merezca fans, sino descendientes de su estirpe intelectual. Cuando Claudia volvió contaba que lo había encontrado pjntando y que sus lienzos eran hermosos. La última confirmación que esperaba para desmoronar mi granítico dogma sobre la importancia de la especialización: el creador es multidisciplinario, diverso, extenso. Sabato fue la prueba de ello.
1 comment:
Sabato es grande. Aun así, él desde hace rato esperaba su boleto de salida (uno lo intuye al leer sus memorias). Esperemos que donde esté pueda ver de nuevo y hacer todo lo que quiera/pueda.
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