Foto: klavaza, 2011. |
Juan de Dios Montenegro Paniagua no debería necesitar una presentación formal. Por lo menos no entre melómanos, intelectuales e intelectualoides. Su vida la ha dedicado al piano con una pasión inextinguible por los romáticos, Chopin y Liszt en especial. Sus interpretaciones de la Barcarola, de San Francisco sobre las aguas o de la Fantasía-Impromptu son inolvidables. Por la falta de infraestructura y el poco interés por la música clásica en este país, no hay grabaciones profesionales de las mismas, salvo tal vez una (no la he podido evaluar, creo que es un LP). Sin embargo, tuve el gusto de escuchar su versión de la Fantasía Cromática y Fuga, de Juan Sebastián Bach: extraordinaria, tanto que la comparo con la de Tatiana Nikolayeva (en términos afectivos, no académicos, informados de la época, aclaro).
Cercano ya a la octava década de la vida, Juan de Dios recibió nuestra visita el Domingo de Resurrección. Cuantro personajes, tres humanos y una perruna, le caímos cual paracaídistas. Tenía casi una década de no verlo y me lo encuentro tal cual, como si ayer hubiésemos platicado. Sigue en la docencia y aunque ya no toque, ahora se vuelca en la composición y en otra de sus pasiones: la escritura. Nos regaló sus dos obras más recientes: El Ángel Conspirador, narrativa, y Tánatos, poesía. Son obras editadas por cuenta propia, así que no esperen verlas en los puntos de venta de libros y aunque en este blog, como ya se habrán dado cuenta quienes lo visitan con regularidad, no reseño libros (porque entonces no dejaría de escribi nunca), los de Juan de Dios probablemente sean una de las excepciones.
"Ya toqué bastante", nos comentaba, a la vez que nos prometió publicar un anecdotario sobre su vida. Anecdotario, estima, porque sus memorias serían demasiado extensas. Lo esperamos con ansias Juan de Dios.
1 comment:
Typo alert, typo alert! Inquietante personaje el que retratás.
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