Una de las imágenes que permanecen en mi memoria desde niño es la de Jacques Piccard saludando desde el batiscafo, construido a instancias suyas cuando retornó de las entrañas marinas. El USS Trieste, así se llamaba la nave, ha sido el único submarino que descendió 11 kilómetros en las Fosas Marianas, la máxima profundiad alcanzada hasta ahora por un ser humano en un viaje que tomó 8 horas 3 mininutos en 1961. Al tocar fondo, él y su acompañante, Don Walsh, vieron seres vivos. Esa observación ayudó a consolidar la prohibición contra sumergir deshechos nucleares a gran profundidad. A él se le deben otros 4 submarinos: el Auguste Piccard, el primero para pasajeros con fines de entretenimiento, el Ben Franklin o PX-15, el F.A.-Forel y el PX-44. El PX-15 se botó dos días antes del lanzamiento del Apollo 11. Es interesante, porque se han enviado por lo menos seis misiones tripuladas a la Luna y se planean más, por parte de Estados Unidos, Rusia, China, Japón, Europa e India. Jamás se ha vuelto a descender tanto (una intentona japonesa perdió otra nave en 2003) a pesar de que, como decía Piccard, investigar el lecho de los océanos podría rendir beneficios más directos para la ciencia, la tecnologia y la industria. De hecho, en la actualidad, no existe ninguna nave capaz de resistir tal profundiad. Su vocación la traía en la sangre ya que su padre inventó la cabina presurizada y dejó legado, su hijo, Bertrand, a quien conocí cuando vino a Guate, completó el primer viaje en globo alrededor del mundo: el más largo en ambas direcciones en la historia de la avicción para ese tipo de aerodino. Adiós, gran capitán.
Imágenes: Wikipedia y sitio oficial.
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