Delgada, alta, con botas arriba de la rodilla y una tanga miniatura, salvadoreña además y lo cuento sin la intención de conformar estereotipos. Mientras mi cuate cortejaba a otra bailarina, me dedicaba a observarla. Quería adivinar cómo sería fuera de ese lugar. Algo le dijo mi cuate al oído y el viejo entuerto de don Dinero, capaz de levantar muertos, la hizo a ella acercarse a mi. Por vez primera en mi vida supe qué es una lapdance. Pero les ahorraré los detalles porque son fáciles de imaginar. La chica, mientras se contorsionaba, acercó su boca a una de mis orejas: "Los guatemaltecos (sic) son unos arrastrados". "Por qué", le pregunté sin más ni menos. "Porque en cuanto están con una corren a meter la cabeza entre las piernas y a lamer, a lamer como imbéciles". "Y eso, ¿no te gusta?". "¡No!". "No lo puedo creer fijate, ¿no te estimula así, oral?", apunté más asombrado que ofendido. "Ah bueno, viniendo de otra mujer sí, porque una chava bien sabe cómo se hace, dónde se presiona y dónde no y cuánto tiempo hay que estar en la misma zona. Pero de un hombre... bueno, a mí me de lástima verlo en semejantes trazas". "¿Y el mamey?". "Ah no. el mamey sí, porque es una forma de hacerle ver al hombre que está bien atendido y es lógico, porque cualquiera lo esperaría de una mujer, desde traidos hasta esposos". "Yo, en cambio -le dije- lo consideraría una forma de dar cariño". "Tal vez, lo que pasa es que el hombre salvadoreño es tan machista que no se rebaja de esa forma. Sabés, me caíste bien, ojalá te vuelva a ver". Se levantó, se arregló y se fue.
Durante la plática la chica también me dijo que enfrentaba un dilema porque, como cristiana, sabía que trabajar en ese lugar le iba a traer "sólo maldiciones", pero que no ganaba mal y que tenía que ver por su pequeño hijo.
Imagen: Second Life.
2 comments:
No puedo dejar de imaginarla recostada de espaldas, mientras la atiende otra mujer... ahorita vengo ;)
Ah, para aumentar el calor que me consume...
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