Los primeros gurús de la música electrónica

A Mike Aparicio, verdadero gurú de los teclados electrónicos y pionero del Moog, hoy en el Medialab de la Universidad Galileo.

A David de Gandarias, auténtico creador de música electrónica, gurú de los simuladores de teclados clásicos.

"Dos horas y media de raras interpretaciones de archivo, entrevistas, animaciones y videos experimentales por los pioneros de la música electrónica". Así reza la descripción de este DVD en Amazon. Por mucho que quiera decir no captura la esencia de esta increíble documental que me dejó boquiabierto. Fue como volver, no las páginas de un libro, sino las eras de la tecnología y escuchar el desarrollo de uno de los géneros musicales que más me gusta. Aparte me deleitó ver, por fin, a los intérpretes que conocía, unos por referencia, otros sólo por sonido.

Nunca olvidaré cuando escuché por vez primera The Silver Apples of the Moon de Morton Subotnick, por medio de un LP Nonesuch (aún lo conservo), y menos cuando llegó, hará unos 4 años, en formato digital. ¡Qué orgasmo! Comparable sólo con mi primer acercamiento a la Cantata 140 de Bach.

Hará 2 años compré Ohm, el álbum: 3 CD empacados con música de Subotnick, Clara Rockmore, Holger Czukay (su Boat Woman Song me fascina), Pauline Oliveros, Laurie Spiegel, David Tudor y otros más. En cuanto supe de este DVD, compañero del boxset mencionado, corrí a comprarlo.

Vaya colección: Clara Rockmore, John Cage, Jean-Claude Risset, Steve Reich, Morton Subotnick, Holger Czukay, Bebe Barron, Paul Lansky, Leon Theremin, Iannis Xenakis, Milton Babbitt, Laurie Spiegel, David Behrman, John Chowning, Robert Ashley, Max Mathews, Pauline Oliveros, Alvin Lucier, Mother Mallard y Robert Moog.

Detallar a cada uno sería muy largo pero baste con recordar que Leon Theremin inventó el instrumento que lleva su nombre y que Clara Rockmore lo elevó hasta el empíreo, que
Messiaen lo utilizó en muchas de sus obras y que su sonido infestó a varias películas de ciencia ficción (y al tema original de Star Trek). Aquí se le ve en acción en tomas de una Rockmore que parece una sacerdotisa en trance o una alumna de Mesmer practicando pases magnéticos (precisamente así funciona el instrumento).

Xenakis fue arquitecto y matemático, capaz de convertir ecuaciones en sonidos sugerentes y ¿cómo olvidar a Mother Mallard, banda que iba y venía con un Moog portátil en los años 70 para dar conciertos y que aún está activa? Robert Moog no necesita presentación. Menos Bebe Barron quien con su esposo Louis creó los primeros sonidos musicales electrónicos: el soundtrack de Forbidden Planet (así nacieron los ruiditos del espacio), tan apreciado hoy por los historiadores de la música.

Faltan algunos importantes, como Wendy Carlos, probablemente porque no se pudieron superar las barreras de los derechos de autor para incluirlos en esta antología. Nada raro, entre disqueras te veas.

Volviendo, una cosa es escucharlos y otra verlos, tocando, programando, desarrollando su música en instrumentos que, como dice con nostalgia Laurie Spiegel, ahora son obsoletos. Los actuales sintetizadores no son los nietos de aquella tecnología, son sus choznos, si tomamos en cuenta cómo se han desarrollado hasta ahora. Y sin embargo, aquel sonido rudamente generado mantiene un encanto difícil de superar gracias al aura histórica que los nimba.

La documental está conformada por segmentos tomados de filmaciones originales. Aparte de una lamentable intervención de una entrevista que se le hizo a John Cage, rayana en la estupidez e imperdonable por la importancia de este creador en la historia de la música, es magnífica. Si les gusta la música electrónica erudita, si les gusta la historia de la música, si disfrutan cuando escuchan ruido blanco o si la estática radial o telefónica es capaz de sugerirles historias o ritmos, bajo ningún punto de vista dejen de verla.

Ahora bien, si no saben que hay música que no sirve para bailar, absténganse. Esta es música para especular. Como recomendaba un crítico muy académico en la contraportada de HPSCHD, de John Cage y Lejaren Hiller, son composiciones para disfrutar en pequeños grupos, en cuartos cerrados, lejos del mundanal rüido.

Me apresto para verla por cuarta vez. Y por cuarta vez veré a Laurie Spiegel interpretando su Concerto Generator en un sistetizador Bell LSI-11. Sin duda otra obra, otro momento, que jamás olvidaré. El LSI-11 era compacto, sólo pesaba 300 libras, tenía dos floppies y una memoria mapeable de 64k. De lo mejorcito que había entonces. Estábamos en los años 70...
Imagen: Amazon.