"...estamos claros de que el Congreso no es precisamente lecho de virtudes ni la concentración de cerebros más preclaros del país", declaró el abogado constitucionalista Gabriel Orellana a Prensa Libre cuando lo entrevistó acerca de la boutade del diputado oficialista Nery Samayoa, quien dijo: "...Ya que esta situación continúa podrían tenerse consecuencias, ya que en un momento dado el presidente de la República podría tomar la decisión de desintegrar el Congreso", según cita el diario de lo consignado en acta.
¿Sería berrinche o sólo un desliz de planes oficialistas para intentar un segundo serranazo? Pocos ciudadanos en la Guatemala actual, creo, negarían que el Congreso de la República es una de las peores lacras intitucionales del país. Junto con la Corte Suprema y el Banco de Guatemala son cuevas en donde hasta tienen al diablo enfrascado en orines. Por tanto, verlas desparecer sería un orgasmo de altísima decencia. Por desgracia las consecuencias podrían ser aún peores. Como cantaría Vicente Fernández, "mal con ellas pero peor sin ellas".
Imagen: Prensa Libre.
La demostración final, algebraica de ejercicio de Baldor, de que don Gabriel Orellana tiene razón, de que no son precisamente los cerebros más preclaros los que moran en el Congreso, son las declaraciones citadas del congresista. Lo bueno es que muchas instituciones ladraron en contra de ellas y lo malo es que dejaron la duda. ¿Será que lo harían? Como sea, junto con ellas se iría al tragante la actual administración de la Une, a enfrascarse con el diablo y a dejar al país con una oportunidad única para empezar a reconstruirse. Háganlo pues.
Imagen: Erlie Castillo/Prensa Libre.
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