"La primera cinta que filmé la hice con 10 mil duros que me prestó mi madre". Buñuel.
Me contaba, y lo hizo en repetidas ocasiones, don Carlos Gálvez, amigo entrañable a quien extraño mucho, que allá por los años 40 del siglo pasado existió en México un tal Banco Cinematográfico. La teoría era simple: la entidad financiaba una producción y a cambio la película terminada quedaba en depósito, como en una especie de empeño. Y el resultado, previsible, fue que muchos simplemente rodaban cualquier porquería, inflaban los presupuestos y después, el banco, que viera cómo recuperaba la plata.
Por otra parte, cuando uno asiste a los festivales de cine que montan las embajadas, sobre todo las de la Unión Europea, junto con producciones de altos kilates, como Lucía y el sexo, por ejemplo, proyectan también ciertas películas que, la verdad, muchos consideran buenas sólo porque son europeas. En realidad no son malas pero, debajo, se siente la lima del financimiento. En otros casos, cuando son de otras nacionalidades, ya se sabe de antemano cuáles son los panfletazos de rigor que deben estar presentes en el argumento.
Hace unos días un grupo de cineastas guatemaltecos presentó una solicitud de ley para promover apoyo al cine nacional. Muy bien. Pero no hay que olvidarlo, un apoyo subsidiado, en especial en nuestro país, bien podría desembocar en control, restricción y hasta censura. Por tanto es imperativo que la ley también contenga una válvula de escape, para evitar que algo así llegue a suceder.
No me opongo a la iniciativa, si se implementa de manera adecuada podría servir para darle la patada de inicio a producciones de mayor envergadura. Además, especulo, puesto que no se ha redactado aún un documento que pase a lectura en el Congreso de la República. Y sé, por supuesto, que sólo en Hollywood, un poco menos en Hong Kong y en Bollywood se hace plata con la fábrica de sueños. El cine arte no tiene cabida en los bolsillos de las grandes productoras, pero tampoco debería depender de subsidios. Ni debe ser limosnero, ni tampoco dependiente. Aún mejor, nada ni nadie debe regularlo y quien da el billete, al fin de cuentas, manda.
¿Cómo consiguió plata Robert Rodríguez para financiar El mariachi? La anécdota es demasiado famosa para repetirla.
Foto: Pigmontel, fotograma de la cinta de la serie B, The Art of Bleeding.
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