Friday, February 16, 2007

Hadas en la España franquista

Ya pasó la Guerra Civil. El franquismo se sienta a imponer con mano férrea sus políticas y planes para engrandecer a una patria que se dedicará durante las siguientes décadas a lustrar la bota militar, ensalzar a una iglesia servil y aceptar a la represión como un necesario hecho cotidiano. Sin embargo, en la España profunda quedan algunos reductos rojos soñando con la revolución. Para combatirlos, el gobierno envía al capitán Vidal (Sergi López), un retrato sobresimplificado de los horrores del fascismo, pero efectivo como el villano de la historia. Carmen (Ariadna Gil), su esposa embarazada, llega a la provincia con Ofelia (Ivana Baquero), una niña soñadora, hija de su anterior esposo, un sastre ya fallecido.

Durante el trayecto, un mantídido sigue de cerca a Ofelia y sirve como indicio de la existencia de un mundo mágico y trascendental, oscuro pero maravilloso, surgido de un cuento de hadas y entretejido con mano maestra con la dura realidad política imperante en la zona.

En ese escenario Guillermo del Toro, director y escritor, desarrolla El Laberinto del Fauno, sin duda, su mejor propuesta hasta la fecha. Tan buena, como para verla una segunda vez e incluso una tercera. La actuación de Ivana es impresionante, con destellos de alta perfección. La de López, aunque la psicología de su personaje sea elemental (como cabría esperar del estereotipo de cualquier fascista), también merece encomio, sobre todo cuando responde a sus invitados, en una cena, "yo estoy aquí porque quiero que mi hijo nazca en una España limpia y nueva. Porque esta gente [los rojos] parte de una idea equivocada: que todos somos iguales. Pero hay una gran diferencia.... la guerra se acabó. Y ganamos nosotros. Y si para que nos enteremos todos hay que matar a esos hijos de puta, pues los matamos y ya está...".

Doug Jones, como el fauno y el monstruo sin rostro, también ofrece una actuación de altos quilates. Para los curiosos anoto que, sin saber español, debió memorizar sus parlamentos y los de Ivana, para saber cuándo responderle, con la dificultad de que el ruido de los motores de movimiento de la máscara de fauno le impedían escucharla claro.


Guillermo de Toro logra conmover con cólera y tristeza, asombro y ternura y el efecto visual de su obra perdura en la conciencia por largo tiempo. A veces, sin quererlo, me dejé envolver en la magia del mundo paralelo en donde se refugiaba Ofelia, para huir de las opresiones, sutiles y salvajes, de su mundo real. Por algo, cuando finalizó la proyección en Cannes, el público, de pie, ovacionó la cinta durante 22 minutos. Un raro homenaje de cinéfilos duros pero capaces de disfrutar una verdadera cinematografía de autor.
Fotos: Wordpress.

1 comment:

Fernando said...

ya me quede con ganas de verla,
me gusto mucho el espinazo del diablo, creo que comere ansias