Guillermo Del Toro se revela una vez más como un exquisito narrador capaz de combinar ficción histórica, cuento de hadas y ciencia ficción en un solo paquete. The Shape of Water es un romance con toque de musical, magnífico, extático, supremo, que no deja por un lado -como ha sucedido en otras de sus películas- la aguda, y en este caso sobria observación, sobre la época en que las situa, con mordaces críticas sociales.
Las actuaciones son impresionantes con un casting casi perfecto y una sólida dirección que sabe desde el principio hacia dónde quiere llegar, y que hasta ahí llega con fluidez, gracias a una buena dósis de suspense. Otro factor es la pista musical que literalmente define a la época a través de visiones nostálgicas de un Estados Unidos que le quiso vender a su gente una visión rosa de la vida.
La obra creó gran expectativa, sobre todo por haber sido nominda a 13 óscares de la Academia y como ha sucedido en muy pocas ocasiones las llenó por completo, sobre todo en mi caso, que he sido siempre amante de las películas de monstruos de la Universal Pictures, de la cual -sin afán de spoilers- tiene una impronta en su más profundo ADN.
Si hablamos de actuaciones, los protagonistas literalmente fueron devorados por sus personajes, pero cabe destacar las de Octavia Spencer y Sally Hawkins (la Vivienne Graham de Godzilla), así como las de Michael Stuhlbarg y Michael Shannon. Con sutileza por cierto, Del Toro -quien actúa como la voz de la criatura-, señala indirectamente muchos de los vicios de la actual era Trump: La intolerancia, el apego al dogma, el servilismo al poder y el miedo a perderlo por no estar violentamente preparados para conservarlo.
Y sin embargo, el filme mantiene todo el tiempo (dos horas dos minutos) el toque mágico de los cuentos de hadas clásicos. Una recomendación final: No es para menores de 12 años de edad.
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