El experto en blockbusters Michael Bay, director de este filme, prefirió una formulita ganadora para garantizar una supertaquilla: FX un centímetro más allá de lo esperado, un soundtrack de primera, a Megan Fox para atraer como imán audiencias masculinas y, a ritmo de Wu-Xia, escenas lentas como preludio para impresionantes batallas megarobóticas. Pero a costas de quitarle al filme hasta el último punto de cociente de inteligencia. Bien se preguntaba Hugh Hart, de la revista Wired, y eso que sólo del trailer, "Why try to tell a coherent story when you can play to a film’s strengths with a greatest-hits compilation of Michael Bay action bits?" La historia misma y su raíz, el argumento, es pésima, orientada a un cándido público adolescente o a uno adulto bastante imbécil.
No me malentiendan, vaya si no la disfruté, y les recomiendo verla en Imax si pueden, para apreciarla en todo su esplendor. Pero no esperen más que un tapete plano, imbricado hasta la saciedad, hiperdetallado y acompañado de cantifleos que considero intolerables en robots alienígenas, a punto de reventar por la extrema complejidad con la que fueron virtualmente construidos.
Por supuesto, debajo hay cierto discursillo político: Estados Unidos, en su papel de gendarme del mundo, va a donde nadie más puede para salvar y servir (aunque los productores se cuidaron de hacerlo en países árabes amigables, como Jordania o Egipto), sin contar, por supuesto, con bastas conspiraciones, cuyo papel es el de confirmar que siempre existe el enemigo dentro.
No cabe duda de que habrá otro installment de esta serie, ya casi divorciada de sus nobles orígenes, vendida al mejor postor con fines venales, sin importar que de pasada se lleve consigo la identidad de estos magníficos cybertrons, otrora metáfora tecnológica de la vieja batalla entre el bien y el mal.
Foto: Sitio oficial.
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