Levanté la cabeza y la vi venir hacia mi por el pasillo. Traía la vista un tanto inclinada hacia adelante, su cabello negro parecía brillar con luz propia cayendo a cada lado de un rostro de ángulos delicados, ligeramente morenos. La camiseta negra la vestía pero, a la vez, insinuaba un torso extraordinario, compacto, casi perfecto. La falda blanca con toques oscuros, de corte en A, le llegaba por debajo de las rodillas con la caída libre de la seda de la antigua China. La remataban dos botas altas, negras, adornadas con doble cinto cada una, cuyos destellos las hacían parecer líquidas. Su movimiento cadencioso, felinesco, se detuvo un momento para penetrar con una fugaz mirada lo más recóndito de mi ser. Fue como un toque mágico: me hizo retroceder hacia el Egipto de los faraones, hacias los templos de Isis y de Diana y hacia aquellos en donde Hécate encantaba a sus adoradores. Sin embargo, su aura emanaba una pureza casi vestal. Sonrió y continuó su marcha, casi flotante, cual diosa cuyo cuerpo hubiese sido dibujado por un Russ Manning, con el sentido épico de un Frazetta en un entorno rematado por el aerógrafo de Giger.
Ahora, después de verla, puedo morir en paz.
Imágen: Lara Croft renderizada en su sitio oficial (fragmento).
1 comment:
Jaja, ¡salud por tal encuentro!
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