With the thrill of it all.
You fooled all the people with magic;
(Yeah) You waited on Satan's call.
I wanna know what you meant...”.
Ozzy Osbourne, Mr. Crowley, Blizzard of Ozz, 1979.
Ángel para unos, demonio para otros, Edward Alexander “Aleister” Crowley (1875-1947) surgió de las entrañas de la pudibunda Inglaterra Victoriana. Su vida y su obra lo han identificado con las más profundas oscuridades pero, ni fue satanista (como sugiere Ozzy en su tema), ni fue criminal; en cambio, fue un revolucionario del sexo, pionero de la exploración de los cambios de conciencia, infatigable crítico de la cultura, excelente poeta, dramaturgo y escritor; mujeriego irredento y sobre todo, un consumado mago de la Tradición Occidental.
El hilo conductor de la vasta obra crowleyana es el combate frontal a la hipocresía, la falsedad social y la corrosión de la conformidad legadas al siglo XX por los cien años precedentes. No por nada su obra cristalizó en movimientos como el Hippie, de los años 60, cuyos gurús encontraron en ella a su más inspirada maestra.
Llamado por la Prensa sensacionalista de su tiempo, “el hombre más malo del mundo”, Edward Alexander Crowley fue pintor, tarotista, experto cabalista, escritor y poeta prolífico, escalador de alta montaña, ajedrecista y descendiente de la rica tradición occidental que transmitieron maestros de la talla del Conde de Saint Germain, Papus y Eliphas Levy. De éste último, se creía su siguiente encarnación.
Se decía Masón (en esa Orden aún se debate la legitimidad de sus grados), fue Rosacruz, miembro de la Ordo Templi Orientis (OTO) y de muchas otras organizaciones secretas además de fundador de la Argenteum Astrum (A...A...) y de ThELEMA, su legado a la posteridad. La de más acendro para él fue sin duda la Secret Order of The Golden Dawn, liderada por Samuel Liddell MacGregor Mathers, a quien más tarde traicionaría en busca de una iluminación propia. Luego, la Bestia 666, como se autonombró, porque así lo apodaba su madre cuando pequeño, entró en contacto con la OTO de Theodor Reuss, cuya versión del Tantrismo Occidental cambió para introducir un grado iniciático homosexual.
Su liberal uso de drogas, que iba desde el ajenjo hasta la heroína (su favorita), la cocaína, el hashish y el láudano (que calmaba sus ataques de asma) lo ayudó en su búsqueda de un estado de conciencia superior. Se dice, aunque no esté confirmado, que él dirigió el encuentro de Aldous Huxley con la mescalina, que derivaría en la publicación de Las puertas de la percepción. También se rumora que le aconsejó a Churchill hacer la V, de la victoria, con los dedos, porque es un poderoso mudra.
Su sexualidad era insaciable y por lo menos uno de sus biógrafos, John Symmonds, está convencido de que el gran mago era homosexual. Practicaba una variante de la magia sexual que enseña la irrestricta disolución de toda atadura, inhibición, temor o tabú, derivada de su lema, “Do What Thou Wilt Shall Be the Whole of the Law: Love Is the Law, Love Under Will”. También decía que el orgasmo debe aprovecharse para invocar y hacer deseos realidad, porque entonces se entra en contacto con la mente de Dios (The Godhead).
A su sistema le denominó Magick. Está basado en principios liberales, la preeminencia de la voluntad y en el Libro de la Ley, texto que la potencia extracorporea Aiwass le dictó en el Cairo a Rose, entonces su esposa. Según él, la historia se divide en tres períodos: los eones de Isis (madre), de Osiris (padre) y el de Horus (hijo), iniciado cuando publicó su libro, o la era de la juventud y el fin de las ataduras que impiden a la humanidad su total iluminación.
Fue expulsado de Francia y de la Italia fascista y volvió, luego de muchos años de autoexilio, a Inglaterra, de donde había salido señalado como traidor por apoyar a los alemanes durante la Primera Guerra Mundial. A pesar de sus denostados logros literarios (parece que las academias no lo entenderán nunca), en la memoria popular su lado oscuro ha permanecido vivo y ha inspirado al cine (Kenneth Anger), la literatura (Stephen King, Clive Barker) y a músicos como Ozzy Osbourne (quien tampoco logró entenderlo). Ni siquiera pudo uno de sus astrólogos, quien, al estudiar su horóscopo, exclamó, “díganme cuál es el misterio de este hombre”.
No es de extrañar que causara escándalo: intentó devolver a la vida a un esqueleto, defecaba en las alfombras de sus amigos y pretendía convencerlos de que sus deposiciones eran sagradas. En Cefalú, Sicilia, indujo a un macho cabrío a copular con una de sus sacerdotisas, para decapitarlo cuando calculó que alcanzaba el orgasmo. Se presentaba disfrazado como derviche, empapado en ron y fumando hashish; como el dios chino de la prosperidad, Fo Hi; como un respetable maestro masón o como Osiris cuando resucitó. Se dice que sus últimas palabras fueron, “estoy perplejo”. Dejó este mundo en la quiebra, adicto irrecuperable de la heroína, con el cuerpo consumido por los excesos pero con la mente lúcida y convencido de que había alcanzado el grado iniciático más alto: convertirse en Dios.
Hoy, sus seguidores se multiplican. Thelema posee cada vez más adeptos y sus libros, aún los más raros, encuentran nuevos editores. Su influjo se siente en la pintura, la literatura y el ocultismo. Incluso, en los hijos bastardos de la Tradición Occidental, como la New Age, la Magia del Caos y la Dianética.
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2 comments:
La noche de brujas, versión Nickelodeon, será publicada en la revista mencionada. No hagás caso, los chavos que la dirigen están más perdidos que la llorona.
No me parece que comprenda mucha gente el significado del numero, 666, de la bestia. El mejor artículo que he visto sobre esto se llama: “Las Bestias Nucleares de Apocalipsis 13”, y se encuentra en
http://sites.google.com/site/newinterpretations/Home/revelation-13
Anita
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