El frío de la tarde se acentuaba dentro de los viejos muros del cuartel construido sin adornos ni comodidades, mal pintado, peor mantenido y equipado con los desechos que otrora fueran tecnología de punta en los despachos de los generales. Aquella desagradable entraña devoraba a quienes iban a dar allí por mediocres, criminales o lunáticos. No tenía pasado ni futuro, oficialmente nadie reconocía su existencia. Nada la identificaba, en jerga era la GRP4 o GR para ahorrar tiempo.
Sobre el escritorio del oficial cayó una carpeta voluminosa.
-¿Esto es todo?
-No Señor, faltan otras, la investigación ha tomado más de un año.
-Más de un año... Más de un año, sí, pero sin resultados. Ni mierda, sólo especulaciones y delirios.
-Sí Señor, porque el único capturado tardó en hablar y encima al medicastro se le fue la mano y el tipo se nos murió. Lo que lee ahí se ha reconstruido con lo que logramos sacarle y con informaciones de campo. Pero ya no importa, pronto seremos clausurados y todas las investigaciones irán al olvido.
-Nadie le dijo que pensara hijo de la gran puta. Sólo trabaje. Lárguese.
-¿A qué cacas horas me metí en este pantanal sin pies ni cabeza, qué podría tener de malo que unos locos orinen tumbas? No entiendo por qué los del EM insisten, pero tengo que redactar el informe. Ya después iré a coger con las putas aunque no haya ni una buena. Puta, casi ocho semestres de literatura y a dónde vine a dar.
Durante la noche sólo se escuchaban reclamos de aves y canto de grillos. Estaban prohibidos radios, televisores y móviles. El hombre, medio uniformado, tomó la carpeta y se metió en la lectura:
Versión del Informe GRP4-920001
(Tiempo actual)
La captura de [aquí hay una tachadura] sucedió a las 0400 horas sin que opusiera resistencia. Formaba parte de una banda que se presenta, según testimonio de los guardianes del cementerio, cada último viernes de cada mes para orinar en grupo sobre la tumba, o su lápida, de un coronel o general. Se dice que lo hicieron durante seis años y que pretendían seguir uno más.
De acuerdo con el guardián, [aquí hay una tachadura], quien ha sido nuestro informante desde que se abrió el caso, empiezan después de las 2,400 horas. Los integrantes de este grupo, hombres y mujeres, se hacen llamar La Secta. Están entre los 15 y los 24 años de edad, dirigidos por un tal El Profesor quien nunca se ha presentado a los ritos. Suponemos que lo siguen sin dudar.
Según el informante, así como por declaraciones escuchadas por dicho guardián, la posible inspiración de esta gente es una línea de Otto René Castillo, un guerrillero de la década de los 60, popular entre las izquierdas trasnochadas: "A los coroneles que orinan tus muros / tenemos que arrancarlos de raíces, / colgarlos de un árbol de rocío agudo, / violento de cóleras de pueblo".
Por lo que se ha podido colegir de las escasas declaraciones de [aquí hay una tachadura] y la información recabada por el GR y otros informantes, al Profesor le parece que a la Historia no se le hizo justicia y orinar sobre las tumbas es una forma de resarcirla. Primero porque estos sectarios creen en la vida después de la muerte. Segundo, porque piensan que sus deposiciones llegarán hasta el Infierno para caer sobre las cabezas de los oficiales. Y tercero, porque se trata de mesiánicos que se sienten llamados a cobrar esa factura.
Aparte, otra evidencia son unas notas que estaban escondidas entre las hendijas de un mausoleo. Su pésima caligrafía, mala ortografía, falta de ritmo en el espaciado y en el tamaño de la letra delatan prisa. Los analistas las llamaron el Diario de Nina por una de las enterradas allì.
Versión del Diario de Nina
(Único fragmento legible y coherente)
“Hoy fuimos al cementerio a las tres de la mañana. El frío congelaba hasta los huesos y la oscuridad sobrecogía. Nadie hablaba y por los pasamontañas y la oscuridad era difícil ver. Por el castañeo de dientes sabíamos por dónde estaban los otros. El Profesor no asistió pero explicó que ya todos sabíamos de qué se trata el secreto y por qué tenemos el deber trascendental de cumplir.
Me costó prepararme. Bebimos mucho, tomamos café y nos aguantamos hasta casi reventar. Debíamos llegar listos para maldecir a quienes desecraron esta tierra, escupieron al cielo y odiaron a los inocentes por su ansia de hartarse de poder y dinero para explotar a los demás. Podrá consolarnos saber que están en el Infierno, pero admitimos que no están allí comiendo mierda precisamente. Pero el Profesor averiguó y supo que estas mierdas sufren si desde acá las maldecimos. Y es seguro que la orina es nuestra mejor mensajera.
Llegó la hora. Uno por uno pasamos a dejar sobre las tumbas nuestros peores pensamientos. El insomnio y la pestilencia de los meados eran insoportables. Después habrá una orgía para celebrar este triunfo, porque aquellos pobres que mencioné se van a desesperar. Ahora bien, tendremos que repetirlo siete años consecutivos o no habrá servido de nada el actual trabajito”.
Después fuimos a la casa de Luis para celebrar como nunca. Mientras alguien nos leía un texto en voz alta con Gregoriano de fondo disfrutamos la orgía hasta el desmayo, hasta hundirnos en una negrura pegajosa. El sexo así sublima la conciencia [falta el resto del párrafo].
Desperté cuando anochecía, pero no reaccionaba, así que solo seguí durmiendo. Pronto me levantaron porque era hora de irse. Serían las once de la noche cuando Luis me dejó frente a mi casa. Introduje la llave pero no abrí la puerta porque preferí perseguir alguna aventura nocturna. Me apresuré sobre la acera hasta dar con un pequeño antro rockero. Un letrero escrito a mano anunciaba alimentos preparados y cervezas. Ordené una soda light y un emparedado de carne con frijol.
El caso según un hallazgo
(10 años después)
Cuando las secretarias de una universidad privada purgaban sus archivos encontraron un casete. Los estudiantes de Ciencias de la Comunicación no tardaron en escucharlo. No almacenaba música, programas de la radio de la U o discursos de la rectoría. Aquellos patojos se divertían con la cascada voz de un anciano, quien parecía confesarse.
“Me siento triste porque sé de sobra cuánto engañé a quienes creyeron en mí. Lo hice para que algunas víctimas de la violencia y de la guerra encontraran una forma de exorcizar los horrores que llevan dentro. Aunque es imposible volver a los muertos para que paguen por lo que hicieron, sí es válido denigrar su memoria para que los vivos encuentren al menos alivio y vomiten ese veneno que les dejaron dentro.
Por eso induje los rituales, espero sepan perdonarme. Más, intenté investigar por medio de un experimento de psicología aplicada para que sus conciencias tengan una paz que nadie puede darles. Espero que la hayan encontrado. Pero yo no, mi conciencia me carcomerá mientras ustedes sigan creyendo que aquellas bestias realmente pagaron lo que debían”.
Memo enviado cuando se clausuró el GR
(Único fragmento)
“…destruya el material según las normas. Incluya la carta que el Pastor Solares envió para responder a la consulta que se le hiciera acerca de las actividades de La Secta, en la cual expresó que ese grupo era abominación y que debía ser detenido de inmediato antes de que la ira divina cayera sobre todos nosotros. No olvide incluir el recibo por los US$15 mil que cobró y que se contabilizaron como servicios externos. También destruya a este mismo memo”.
Copyrighted material, GRP, 2007.
Imagen: H. Stod.
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