Dominatriz
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Foto: klavaza, 2012. |
Pasé a comprar una memoria a la Plaza Vivar. El
olor a pan me atrajo tanto que me acerqué a a la (Panadería) Berna, pero
estaba infestada de gente, ni se movía dentro de su pequeño local. Decidí
irme, pero me llamó la atención una chica alta, blanca, algo entrada en
peso, vestida por completo de negro. Una metalera o Goth obviamente. Tendría
unos 28 años. La acompañaba un chico de unos 17, por igual, molesto por tanto cliente. "Vonós", le dijo a su compañera, "es demasiada la mara". "¿Cómo dijiste?", le preguntó ella en tono prepotente e
impositivo. Y confirmó: "¿Te parece que hay mucha gente? Pues yo quiero
el pan y te vas a quedar a comprarlo y me lo vas a llevar allá, te guste
o no te guste. ¿Entendiste?". "Sí", dijo el patojo, viendo al suelo,
avergonzado, mientras yo miraba y escuchaba la escena con ella
plenamente conciente de mi presencia. "¡Sí!, ¿qué se dice?", preguntó la
chava clavándole la mirada en la cabeza gacha. "¡Sí señora!", respondió,
sumiso, en voz baja. "¡Muy bien! Ya nos vamos entendiendo...", dijo la
mujer. Le dio la espalada a su aparente posesión y desapareció por el corredor, hacia la Sexta
Avenida.
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