Cerró Filgua 2K12. Con más de 350 actividades en una semana, 124 cubículos e invitados internacionales, me parece uno de los encuentros más interesantes y motivadores para desarrollar la lectura en todos sus niveles.
Participaron grandes como Aldisa, Artemis, De Museo o el Fondo de Cultura Económica, y pequeños, como don Victoriano Rodríguez, de El Libro Antiguo, más insituciones públicas, cámaras de libro de la región centroamericana o la Belize Book Industry Association.
No faltaron los quijotes, algunos de los cuales ya no son tan quijotes porque han sobrevivido a la procelosa mar que debe ser el negocio de la edición: Catafixia, Palo de Hormigo... En fin, el ambiente se sentía mucho más ordenado y estético que en otros años e invitaba a quedarse. El área para niños por igual, me pareció mejor que antes. Extrañé a más vendedores de cómics, tal vez para la próxima inviten a Ay Robot, de La Antigua Guatemala, y no solo porque me guste el género, sino porque atrae a lectores de muchas edades y condicines. Me encantó encontrar a un par de chicos que vendían copias legales de producciones de cine-arte en Cine de Arte.
Además, me complació ver, por vez primera creo, partituras. Estaban en la Editorial de la Usac y aunque todas eran de obras de Jorge Sarmientos tal vez abran la puerta para futuros seguimientos (de hecho aca en Guate siempre ha sido un tanto escasa la oferta de esta rama de la literatura). No voy a negar que como todo buen geek me siento atraído por los bits, por la lectura digital, por la sensación no de pasar páginas, sino de cambiar de pantalla en una tablet. Sin embargo, el libro impreso todavía evoca algo especial: el olor, el peso y la textura de guardas y papel conspiran para incitarme a leerlos todavía.
Creo que ya no se trata tan de una quijotada, por cierto, esto de implicarse en la lectura como negocio. Si Jesús Chico, CEO de Artemis, me dijo hace ya varios años que el volumen de ventas en Guatemala, sumados textos escolares y universitarios, obras de referencia, religiosos y libros de ocio, superaba el millón de ejemplares; hoy debe ser aunque sea un poco mayor. Por tanto Filgua ofrece una ventana que deja ver con alto grado de certeza ese conjunto y su latir en Guatemala. Que falte mucho por hacer nadie lo duda pero sin duda lo que veo hoy es más prometedor, intenso y dedicado comparado con el mercado de apenas un par de décadas atrás.
Fotos: klavaza, 2K12.
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