Foto: klavaza, 2012. |
Esta franquicia vuelve a Guatemala con planes de abrir seis locales durante los próximos dos años. Para muchos evoca nostalgia de cuando estaba en los bajos de la Torre Café en los años 80 y porque la asocian con recuerdos de infancia. Hoy, montada con tema del Wild West en la Zona Viva ofrece un menú similar al de otras cadenas. Nosotros fuimos el día de apertura y nuestra experiencia logró un punteo de 4.5 a 5.0 para el servicio y de 8.0 a 8.5 para los alimentos, sobre 10, se entiende.
Nos hicimos presentes como cualquier ciudadano hacia las 19:00 horas. Ya desde el auto notamos la cola, pero no una muy larga. Una amable y levemente estresada anfitriona nos tomó los datos. Habrían de transcurrir casi 40 minutos para entrar. Nos ofrecieron una mesa desnuda típica de este tipo de restaurante. Luego, habríamos de esperar otros 20 minutos antes de que una amable pero de nuevo apresurada mesera tomara nuestro pedido. La chica era guapa, vestida como vaquera y tal vez eso aminoró un poco el impacto de las esperas. Pero a estas alturas ya se tenía una atmósfera tensa en nuestro grupo. Ordenamos un sampler de alitas y una pizza. Té frío y un café completaron la primera ronda.
Alrededor de 8 a 10 minútos después aparecieron las alitas, sin servilletas ni cubiertos. Eramos tres comensales pero solo nos dieron dos platos. Por el hambre procedimos a devorarlas. La impresión visual era buena, el sabor mejor, de hecho superó al estándar de comparación, sus equivalentes de Hooters. Eso sí, unas picaban lo suficiente como para que la chilera Ingrid lo anotara para la bitácora de la noche.
Tras pedir las servilletas y verlas llegar bien rápido, y notar de nuevo que la amable mesera corría mucho, esperamos otro rato antes del arribo de la pizza. En casi todas las otras mesas era servida sobre un trípode de madera. A la nuestra, en un simple plato y para variar, sin cubiertos. La verdad estaba sabrosa, la textura y tempratura eran correctas pero el pan no era crujiente. Elmer notó, después, que parecía preparada a toda velocidad. Lo mismo, fue devorada sin misericordia.
Foto: klavaza, 2012. |
Otro cafecito y los postres para finalizar. Pedí una Crème brûlée, la cual ahí tiene una variante con menta. No fue esa la ordenanda pero sí la servida: horrible. Punto. No me gustó y el resto de mis acompañantes se encargaron de ella. La cuenta llegó dos veces, lo que hizo obvia la falta de coordinación entre el personal.
El ambiente es agradable, la decoración de franquicia es mejor que en otros lados, con ciertos toques de humor y de seguro será deleitable para los chicos. La música ambiente, de nostalgia y multigénero deja hablar pero continuamente era interrumpida por un PA: "Al dueño del auto placas 9999RCN por favor moverlo porque está obstruyendo la salida de otro". El pago rondó los Q300.
Después me llamó Alejandro, nos reunimos en Mc de la Zona 9 y terminamos la noche muertos de sueño con chai y chocolate pelando la recién pasada experiencia.
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