Foto: Flickr del Gobierno de Guatemala.
Para conmemorar a la Revoulución del 44, la que derrocó al gobierno del general Ponce Vaides, sucedáneo de Jorge Ubico, el Ministerio de Cultura montó esta muestra en el Palacio Nacional de la Cultura (tal vez por oportunismo, según ella para vincularse de alguna manera con aquella gesta). Sus estrellas fueron los murales Gloriosa Victoria, de Diego de Rivera (traído de Rusia), y el otro, Venceremos, de Rina Lazo, alumna del primero. Ambos son magistrales. Gloriosa Victoria muestra casi con fines didácticos la intervención de Estados Unidos en la caída de Jacobo Árbenz Guzmán, una historia más que conocida pero que vale la pena tener siempre presente. El de Lazo es una alegoría, muy bien ejecutada, de los horrores a los que se ha sometido al pueblo guatemalteco, desde el punto de vista de la izquierda, por supuesto. Reconozco el esfuerzo realizado por sus curadores, Javier Payeras y Lucrecia de Prera: traer las obras, documentarlas, montarlas, protegerlas.
Las obras estaban clasificadas por periodos, desde la década de los años 50: Empezaba con La Historia, que comprendía objetos que pertenecieron al dictador Jorge Ubico Castañeda: sus espuelas de plata, sus estribos de bronce, ambos muy bien repujados; su silla de montar (muy mal conservada, por cierto), su escritorio, su bar, etc. Además de otros, como el baúl de viaje del coronel Árbenz Guzmán. Había otras cosas, como un retrato, que no me gusta, del expresidente Juan José Arévalo Bermejo.
Las siguientes clasificaciones eran La Faena, XX (sobre la Guerra Interna), Cero Revoluciones (sobre el presente del país) y, finalmente, los murales. La muestra llevó al gran público grabados de Arturo García Bustos (esposo de Lazo), collages de Roberto Cabrera o instalaciones de Isabel Ruiz. Y a propuestas más modernas, como los trabajos del Grupo La Torana.
Desde mi punto de vista, faltó organizar mejor a la muestra (la subdivisión por épocas se me hizo evidente por una nota de prensa) para enfocarla en un solo propósito y creo que debió enfatizar aún más cuánta represión sufrió el arte en este país. También, que debió subrayar con doble línea roja la brutalidad de la era Ubico, en especial ahora cuando se le quiere pintar como maravillosa, que de tal no tuvo nada más que horrores y crímines de Estado encubiertos de mil maneras. A ella, en gran medida, todavía le debemos parte de la siembra de cizañas que rindieron los frutos amargos que seguimos comiendo hoy en Guatemala.
Fotos. klavaza, 2010.
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