Wednesday, September 01, 2010

Avatar, otra vez...

Imagen: Film.com
Ayer fuimos con varios compañeros a la sala Imax de Pradera Concepción. El destino: ver Avatar en Imax 3D por cortés invitación de Circuito Alba, en mi caso por quinta vez. Esta maravilla de la tecnología, de seguro el director's cut, volvió a dejarme una honda impresión. Nuevas escenas y un final más conmovedor me hicieron apreciarla de nuevo, sobre todo ahora que la veo como parte de un esfuerzo personal, y de envergadura, por parte del director James Cameron en pro de la conservación no sólo de la ecología y la biodiversidad, sino de las culturas no occidentales que han logrado pervivir hasta la fecha.

Me decía un amigo hace poco: "Los gringos siempre están agrediendo a los demás. Por ejemplo, todo el tiempo mandan misioneros a países como Irak o Afganistán. ¿Para qué? ¿Para decirles que viven como salvajes porque no son cristianos? ¿No pueden respetar el derecho del otro a creer como quiera, a tener por sagrado al Korán en vez de a la Biblia?". No deja de tener razón. Occidente necesita hartarse de materias primas, no importa cómo se obtengan. Y esa es una de la razones por las cuales le urge occidentalizar a todo el mundo No es nuevo, ya Plinio el Viejo relata en lo que llamó el Ruina Montium cómo la Roma Imperial procedió a destruir un monte completo con tal de extraer oro, que el imperio necesitaba con urgencia. De paso, que los esclavos, necesarios para desviar el cause de un río para expulsar el oro de aquella montaña española, fueron dejados dentro una vez completada la operación. Murieron ahogados por la correntada.

Los gringos, pero no solo ellos, sino Occidente mismo, lleva en su ADN esa prepotencia de la Roma antigua que le hacía creerse con el derecho de civilizar a los bárbaros. Hoy, Roma son los gringos y los bárbaros nosotros. Decía la revista Time que el famoso Melting Pot significa en la mente de los Wasps que todos, algún día, abrazaremos a la occidentalización como al máximo bien posible. ¿Qué es eso de negros gringos convertidos al Islam o de latinos que no creen en el evangelismo de carpa o no quieren hablar en inglés? O que no tomen leche de vaca, como apunta el antropólogo Marvin Harris en Good to Eat. Hago la salvedad, Roma tuvo la decencia de respetar a las creencias ajenas, sojuzgaba la política, la economía y la defensa de sus vasallos pero no se metía con sus dioses. Occidente no, quiere imponer al dios del capatilismo a cómo dé lugar.

Cameron utilizando muchas fuentes, desde A Man Called a Horse hasta la categorización del cuento de hadas, logra una metáfora de esta realidad, la de las minas en Guatemala, Sudáfrica o China, la de campos petroleros o torres de extracción en alta mar, hasta incluso de la reacción del occidental cristiano ante la naturaleza: impasible, ignorante y agresivo y por supuesto bruto con todos aquellos que no sean como él, como los españoles que vinieron por acá para conquistar en nombre de la corona. Es decir, con ambición desmedida, con intención de traicionar, explotar, depredar y luego largarse cuando ya no haya nada más que sacar de provecho. ¡Ah!, cómo me recordó la lica a I left My Heart in Wounded Knee.

Eran otros tiempos, los de los españoles conquistadores y los de la Roma antigua, deberíamos decir ahora. Alguna vez Carlos Rafael Soto preguntó: ¿Hasta cuándo Roma? Debió preguntar: ¿Hasta cuándo, Occidente?

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