He visto miles de películas desde mi más tierna infancia. Hoy forman parte de mi horizonte inmediato y debo agradecerle a mi madre, porque con ella fui al cine por vez primera y a su lado disfruté series de televisión como Alfred Hitchcock Presenta, Vértigo, Ajedrez Fatal, Cita con la Muerte, El Investigador Submarino, La Legión del Zorro, los shows de Boris Karloff y de Loretta Young, y no digamos, Un Paso al Más Allá, Ben Casey, Médico, Perry Mason, o la inolvidable, La Dimensión Desconocida.
Con ella ví El Monstruo de la Laguna Negra, Ben-Hur, El Día más Largo, Los Diez Mandamientos y El Rey de Reyes. Un día me regaló una cámara Canonet 8mm, la cual aún guardo en el closet de mi dormitorio.
Veo todo tipo de cine, desde el encumbrado por ceñudos (y a veces estrechos) críticos, hasta el que denosta el mismo hombre de la calle. Pero sólo disfruto el que me gusta y es curioso, en realidad, son pocas las obras que han dejado impacto en mi vida. Y lo confieso, algunas cambiaron mi rumbo para siempre. Por ejemplo, por dos clásicos de ficción dejé atrás a las Ciencias Sociales para favorecer a la Tecnología, un enamoramiento que a la fecha dura más de 25 años.
El Séptimo Arte, me dijo una vez Augusto Monterroso, forma parte de la Narrativa y, por tanto, de la Literatura. Una prueba del valor de verdad de su afirmación la encontré en Kagemusha, del gran Kurosawa Akira. Cuando gocé la cinta por primera vez, en japonés subtitulada en español, en el Cine Fox, me reveló un mundo nuevo y redescubrí partes ignotas de mí mismo, como la pasión por las Artes Marciales. Recuerdo, en la sala nos contaban como único público a mi novia, yo, y a una familia japonesa (papá, mamá y dos niños).
El diálogo a continuación fue, para los niños pequeños motivo de carcajadas acompañadas por un incesante palmoteo. Así encontré a los chistes japoneses. Chistosos para ellos, no cabe duda.
El Señor Shingen discute con sus consejeros si Kagemusha, un campesino pobre y delincuente, es adecuado para convertirse en su doble, una estrategia común en el Japón medieval para proteger a los poderosos, confundiendo al enemigo.
Shingen Takeda: Aún con el parecido, Nobukado, es tan malvado como para sentenciarlo a morir crucificado. ¿Cómo podría este ratero ser mi doble?
Kagemusha: Solo robé unas cuantas monedas. Soy un descarado. Pero tú has matado a cientos y has robado territorios enteros. ¿Quién es el malvado, tú o yo?
Shingen Takeda: Soy maligno, como crees. Soy un sinvergüenza. Exilié a mi padre y maté a mi propio hijo. Haré lo que sea para gobernar esta nación. La guerra está en todas partes. A menos que alguien la unifique y reine sobre nosotros, veremos más ríos de sangre y más montañas de muertos.
Masakage Yamagata: ¿Qué edad tiene, mi señor?, 53, según recuerdo...
Shingen Takeda: ¿Por qué?
Masakage Yamagata: ...y todavía actúa como un niño de cinco años. La gente se reúne, se dispersa, va de izquierda a derecha siguiendo sus intereses. No me sorprende. Pero a usted lo veo igual [a ellos]. Con una mente tan estrecha, no debería soñar con el liderazgo. Vuelva a sus dominios. Usted es un mono de montaña, debería estar recogiendo maníes en las montañas de Kai.
Nobukado Takeda: Sé que es difícil. Fui el doble del Señor por mucho tiempo. Era una tortura. No es fácil suprimirse para convertirse en otro. A menudo quería ser yo mismo y libre. Pero ahora creo que eso era egoísta de mi parte. La sombra de un hombre nunca podrá abandonarlo. También fui la sombra de mi hermano y ahora que lo he perdido, es como si yo no fuera nada.
Primer Consejero: Y, ¿qué pasará si no sabe montar?, todo el mundo se dará cuenta.
Segundo Consejero: Su Señoría ha estado enfermo y debe evitar la montura.
Primer Consejero: Y ¿su amante?
Segundo Consejero: Su Señoría ha estado enfermo y debe evitar la montura.