¡Ah, qué sitio el de Computer History! Me encantó, me deleita haber vivido aunque sea un segmento de aquellos momentos. Recuerdo, de nuevo, cuando en IBM se referían con pleno desprecio a los programadores de PC como a los peceros. También, al lío interno que generó la venida del RS/6000 a Guatemala, la gente de S/34, S/38 y de un incipiente AS400 veían a esa máquina y a su versión de Unix, mejorada por IBM según un boletín, de soslayo.
En fin, recuerdos. Entonces doña Martha Julia de Rodríguez dominaba con mano férrea al Educacional de IBM y Franklin Juárez era el experto en mainframes pero me resolvía muchas dudas de RPGII. ¿Qué fue de la señora? No lo sé. Franklin, en cambio, montó un templo a Sai Baba y ahora, según me informan, está en Chicago. Don Chepe Chepe, otrora gurú del Assembler, de quien se decía había logrado una inversión de matrices en RPG, ya se fue al Ciberespacio y lo perdí para mi proyectado libro sobre historia de la computación en Guatemala.
La Computación no es una disciplina que mire al pasado. Siempre será un campo del futuro. Como sugiere Nicholas Negroponte en su artículo final, cuando decidió dejar su columna sindicada, "Terabit access, petahertz processors, planetary networks, and disk drives on the heads of pins...", algo así es lo que esperan ver los usuarios finales y la gente de sistemas en la propaganda y en los artículos de las revistas de tecnología.
Lo que sí nunca dejará de ser, es un campo para chavos quienes, a la vez que programan, bajan archivos de la última estrella adolescente, que guardan fotos porno desde hace una década y que escuchan tecno, hip-hop, reggaeton o metal por igual sin ningun remilgio. Que juegan lo último de Eidos o de Microsoft con una baraja de chicas desnudas escondida en la gaveta del mueble de su compu.
Y esto será tan cierto como la Ley de Moore mientras no haya más mujeres o evangélicos en el gremio. Igual, de la clase de hombre que sueña con una muñeca manga hecha realidad, uniformada como alumna de algun colegio de señoritas. En fin, lo contrario de aquél experto de IBM, siempre de corbata y camisa blanca, sin jamás concebir que una computadora serviría para almacenar otra cosa que no fueran listas que se traducirían en dinero para la empresa que arrendaba los equipos. Los tiempos cambiaron, Big Blue.
Ahora ya parecen palabras bíblicas las de William Gibson cuando definió ciberespacio en Neuromancer, allá en los lejanos años 90, "Cyberspace. A consensual hallucination experienced daily by billions of legitimate operators, in every nation, by children being taught mathematical concepts... A graphic representation of data abstracted from banks of every computer in the human system. Unthinkable complexity. Lines of light ranged in the nonspace of the mind, clusters and constellations of data. Like city lights, receding"...
En aquel momento fueron proféticas, ahora me suenan trilladas, incluso anticuadas. Pero, como lo hacen desde que las leí por primera vez, me erizan la piel.
Fotos: IBM, Realdoll y William Gibson Books.
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