Hace poco me contó un taxista que una noche, a las 2:00 AM, una chica tomada, de buen ver, en minifalda y escote, le pidió una carrera. Iba de La Reforma a San Cristóbal a buscar a su novio. Cuando se acercaban a su destino lo llamó, pero él le dice que no está ya por allí, sino en la Primero de Julio. Para allá van entonces. Pero de nuevo otra llamada y el hombre dice haberse movido todavía más lejos. Sin arredrarse, la chava le dice el taxista que extienda la carrera, pero el resultado es una vez más decepcionante.
"Pensé, dijo el taxista, que el chavo estaba huyendo de ella, que no deseaba verla. Pero a esas alturas el carro ya no tenía mucha gasolina y le pedí unos Q100, la mitad de lo que me debía hasta ese momento". La respuesta fue el llanto y la confesión: "Mirá, no traigo plata, mi novio dijo que me pagaría el taxi". "Lo siento, pero necesito el dinero, ya me debés Q200, mirá cómo le hacés para pagarme". "No tengo cómo, cobráte conmigo". "No trabajo para eso, sino por el money". "¿Qué, no te gusto?". "No se trata de si me gustás o no, sino de mi trabajo. ¡Necesito la feria!".
Se alargaban la discusión y la madrugada, hasta cuando apareció una radiopatrulla: "¿Puede saberse a dónde lleva a la señorita o qué está haciendo con ella?", preguntó un PNC. "A ningún lado", respondió el taxista, "porque me debe y no tiene cómo pagarme". Hubo silencio. "Bueno, mirá:", dijo el agente, "te vamos a dar lo que te debe, pero ella se viene con nosotros".
"Hasta aquí", terminó el hombre, "nunca supe qué fue de ella". "¿Por qué no la llevó a su casa? En algún lado viviría...". "Mire, yo quería mi plata, uno deja a esa gente en donde dicen que viven y al llegar a cobrar resulta que nadie los conoce, que no viven ahí, en fin, se pierde esa plata",
Calló por un momento y cambió de tema. Bajé del taxi preguntandome cuál habría sido el destino que le deparó esa noche a esta pasajera anónima: si la patrulla la habrá llevado a un destino seguro o a la boca del lobo.